viernes, 15 de diciembre de 2006

El ritual

Las cenas de empresa prenavideñas tiene la virtud de que obligan a los que vamos de alternativos musicales a visitar los garitos donde la plebe disfruta con el meneíto chungo.

Por una vez en el año, te ves arrastrado a locales nocturnos que no pisarías en la vida. Quien haya padecido uno de estos regímenes alimenticios tipo talibán que prohíben el alcohol, o quien simplemente no tenga ganas de cogerse la torrija del siglo ante los colegas de curro y opte por no beber en tan señalada cena, puede asistir a un espectáculo más divertido que el propio pedo: el rito humano en la discoteque changa, y todo con la clarividencia de la abstinencia.

Primera parada, la puerta. En pleno siglo XXI a ciertos locales de Tenerife todavía les preocupa más que lleves tenis, aunque sean de marca y cuesten media paga, que luzcas unos mocasiones trasnochados que compraste por dos euros en el Rastro. La noche es como las elecciones en Canarias, tiene que ocurrir algo para que descubras que nada cambia.

Segunda parada, el ritual previo al imposible apareamiento del interior. Mientras suena la mezcla de moda actual en lo que a música se refiere (reguetón-Shakira-Maná-¡Huecco!-reguetón-reguetón-Shakira-Marc Anthony), grupos de pibitas pasean pavoneándose mientras te clavan la mirada, pero no en plan dejarse caer; te miran para llevarse el regalo de que tú las mires y ellas te devuelven una de esas caras que están ahora de moda entre las chicas jóvenes, una eficaz mezcla de desprecio y chulería. El grupo de pibitas elige un lugar, se pone a bailar en formación cerrada, todas orientadas hacia el centro de esa formación. En breve, grupos de pibitos y/o puretas se acercan para bailar alrededor de ellas mientras se hacen los graciosos y ponen cara de interesantes. Alguno se atreve a sacar a una de ellas a bailar, a lo mejor acierta, a lo mejor no. Y así repetidas veces. Puede que alguno ligue, o eso se rumorea por ahí.

Lo mejor, la cara de tontos que se nos pone a los santos varones cuando una chica atractiva baila cerca de nuestro radar. Lo todavía mejor, los desfasados que no salen nunca intentando dar muestras de sapiencia en el baile de salón y en el saber estar nocturno. Lo aún mejor, ver a ese tipo que está apoyado contra la pared y preguntarse por qué demonios sonríe (puede que fuera este blogero).

Conclusión: retírate una vez termina la cena o bebe mucho, y a la chica que te gusta del curro, mejor que la invites a un cine, una exposición, un paseo por Las Teresitas pre súper obra (o súper querella) o a cualquier otra cosa que no sea una discoteca con reguetón-Shakira-reguetón.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Te veo muy cenizo, amigo. Aunque, ciertamente, las cenas de empresa SON UN COÑAZO. En la mía, afortunadamente, este año no hay.

Saludos.

Job dijo...

No es cenizismo, es que odio salir a sitios que no me gustan para escuchar música que no me gusta. Ja, ja, son cosas de la edad.

alejandrosl dijo...

Genial descripción. Por quedarme con algo, lo del momento calzado: una de las cosas que más me repatean de Tenerife. Tengo que ponerme al día para mi próxima visita a la isla: O'Clock y Blues Bar aparte, hay otros sitios donde pueda entrar con tenis y además no tener que escuchar a Shakira Shakira?