Dos conciertos la semana pasada en el Auditorio, en medio del maremágnum subvencionadísimo del Festival de Música de Canarias. Un inciso: siempre será fácil subvencionar la música clásica porque la música clásica (o culta o sinfónica o como quieran llamarla) siempre es la misma; lo complicado es tener olfato para subvencionar otras muestras de creación musical que están por explotarse: para eso hace falta criterio.
Las dos citas en la sala de cámara ayudan a entender los diferentes mecanismos que emplea la música para llegar a su público, y también la distancia que existe entre habilidad técnica y habilidad artística.
El grupo vocal estadounidense Rockapella podría caer en el tópico de otra agrupación más que con solo sus voces reproduce canciones de siempre. Sinceramente, uno fue al concierto preparado para la horterada y se encontró con el espectáculo de primera fila. En Rockapella todo está pensado, todo está ideado para hacer disfrutar al espectador (y cliente) de un par de horas divertidísimas. Pero hay algo más: detrás de esa careta del show business típica de los estadounidenses, hay calidad artística, cuatro voces y una batería humana ensambladas pero también sentidas. Fue divertido, pero también bonito.
En cambio Stuart Staples no hace la más mínima concesión a eso que llamamos espectáculo. Presenta pocas de sus canciones con un hilo de voz ininteligible, y con unas maneras delicadas y elegantes. Toda su fuerza está en su arte, pero sale vestido con chaleco y pantalón de traje, y en su banda abundan las americanas. Donde unos confían en el espectáculo medido, el otro se centra en la potencia emocional. ¿Quién tiene razón? Los dos, y que viva la música.
3 comentarios:
Atreverse a afirmar que la música clásica es siempre la misma no hace más que confirmar la poca idea que tienes al respecto...
Un saludo.
Y no es lo mismo decir música culta que música sinfónica. No son sinónimos.
Ali, cuando digo que la música clásica siempre es la misma no quiero decir que Beethoven se parezca a Stravinski, sino que siempre se programa más o menos el mismo repertorio, hay escasísimo margen para la innovación, en parte porque los compositores son los que son y sus obras son las que son. Es difícil ya que alguien descubra un compositor oculto del clasicismo o una sonata inédita de Mozart.
Los festivales van a lo seguro y, salvo un par de detalles actuales o de obras por encargo, apenas se salen de los "grandes éxitos de la música clásica". Por eso digo que es fácil apostar por la música clásica: básicamente porque es difícil equivocarse, el canon está más que establecido y más que claro.
Y sobre la terminología adecuada, el debate es tan largo como la historia de esta música.
Un saludo.
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