Cuánta paciencia, miércoles 16 de diciembre de 2009
Parece mentira, hay alerta amarilla y están ustedes ahí, escuchándonos, y nosotros aquí, emitiendo en esta radio. Alerta amarilla, ¡alerta amarilla! ¿Es que no se enteran? Que va a llover y no se puede hacer nada de nada. Vamos a ver, se puede ir a trabajar y llevar a los pibes a la escuela, eso no se suspende, pero todo lo demás, cualquier acto público se suspende porque va a llover, al menos eso es lo que ocurre con cualquier aviso naranja, amarillio, verde o lo que sea. Imaginen lo que pasaría si los organizadores de actos públicos canarios trabajaran en San Sebastián, Galicia o Dublín, en cualquier lugar lluvioso del mundo que ustedes piensen. Vivirían en la total parálisis. Hay lugares en el mundo donde llueve durante muchos días del año, otros lugares donde incluso nieva, fíjense ustedes, de manera cotidiana, y no se paraliza nada. Pero en estas tierras latinas cualquier aviso de lluvia genera la parálisis y la locura, y eso que llevamos un par de años de aviso con lluvias torrenciales y nevadas intensas en invierno. Pero no, tendrán que pasar décadas hasta que aprendamos, parece.
Décadas también hasta que aprendamos a construir las cosas para que también aguanten un aguacero más o menos copioso. Porque no deja de ser gracioso ver obras recién terminadas que con las primeras lluvias, quedan colapsadas por el agua que no se evacua. O sea, por un lado las instituciones se ponen muy nerviosas cuando llueve, pero por otra parte no se hace mucho por evitar el efecto de esas lluvias, otra contradicción de la vida moderna.
Mientras tanto, seguiremos moviéndonos a golpe de psicosis, con la impresión de que cualquier aviso -que no alerta, meteorológico- sea del color que sea, motivará un disparate de histerias, suspensiones de actos y demás tonterías. Mientras tanto, nadie nos quita de venir a trabajar, cosa extraña. Mira, y nosotros que pensábamos que el invierno era aburrido.
jueves, 17 de diciembre de 2009
miércoles, 16 de diciembre de 2009
El mal español del desayuno
Cuánta paciencia martes, 15 de diciembre de 2009
Los hoteleros prevén ya unas perdidas disparatadas de dinero por culpa de la ley antitabaco. Siempre nos ponemos en lo chungo y siempre que se plantea un avance, salta algún colectivo que se siente perjudicado. Si uno le hace caso a los hosteleros, los únicos que salen a tomar café, a cenar por la noche o de marcha y a beber copas son los fumadores. Los comentarios en las noticias de Internet, que son un curioso baremo del impulso social, recogen muchas opiniones de personas no fumadoras que dicen que gracias a esta ley volverán a salir a tomarse una caña con un pincho, una costumbre fantástica que nunca se consiguió establecer en Canarias. Así que a lo mejor a los hoteleros les pasa al revés, que recuperan mucha clientela que no iba a tomarse algo en el bar de turno para no quedarse ahumado.
Porque en este vaticinio de los hosteleros, parece que no están contando las carretadas de dinero que les entran por esa costumbre tan española del desayuno a media mañana. Se cuenta una anécdota jugosa de la entrada de España en la Unión Europea. El primer grupo de funcionarios españoles que fue a trabajar a Bruselas se reunió en su jornada de trabajo inicial en el hall del edificio de oficinas belga a eso de las once de la mañana con la idea de salir a desayunar. Se encontraron con las puertas del edificio cerradas. Le preguntaron a un bedel y el caballero, al saber de las intenciones del grupo de funcionarios españoles, les preguntó que si ellos no desayunaban en su casa. En todo el mundo civilizado, los trabajadores desayunan en sus casas, salvo en España. En todo el mundo civilizado, los trabajadores se despiertan con hambre, con tanta como para mandarse el típico desayuno anglosajón en algunos lugares. En España no, porque el trabajador medio español está aquejado de una extraña bacteria exclusiva de este país, un mal que están analizando laboratorios médicos de todo el mundo y que se revela por un síntoma común, esa fantástica excusa de: “No, yo no desayuno en mi casa porque nada más levantarme no me entra nada”. Dicen que de los Pirineos para arriba, este síntoma no se registra. Qué cosa tan rara.
Los hoteleros prevén ya unas perdidas disparatadas de dinero por culpa de la ley antitabaco. Siempre nos ponemos en lo chungo y siempre que se plantea un avance, salta algún colectivo que se siente perjudicado. Si uno le hace caso a los hosteleros, los únicos que salen a tomar café, a cenar por la noche o de marcha y a beber copas son los fumadores. Los comentarios en las noticias de Internet, que son un curioso baremo del impulso social, recogen muchas opiniones de personas no fumadoras que dicen que gracias a esta ley volverán a salir a tomarse una caña con un pincho, una costumbre fantástica que nunca se consiguió establecer en Canarias. Así que a lo mejor a los hoteleros les pasa al revés, que recuperan mucha clientela que no iba a tomarse algo en el bar de turno para no quedarse ahumado.
Porque en este vaticinio de los hosteleros, parece que no están contando las carretadas de dinero que les entran por esa costumbre tan española del desayuno a media mañana. Se cuenta una anécdota jugosa de la entrada de España en la Unión Europea. El primer grupo de funcionarios españoles que fue a trabajar a Bruselas se reunió en su jornada de trabajo inicial en el hall del edificio de oficinas belga a eso de las once de la mañana con la idea de salir a desayunar. Se encontraron con las puertas del edificio cerradas. Le preguntaron a un bedel y el caballero, al saber de las intenciones del grupo de funcionarios españoles, les preguntó que si ellos no desayunaban en su casa. En todo el mundo civilizado, los trabajadores desayunan en sus casas, salvo en España. En todo el mundo civilizado, los trabajadores se despiertan con hambre, con tanta como para mandarse el típico desayuno anglosajón en algunos lugares. En España no, porque el trabajador medio español está aquejado de una extraña bacteria exclusiva de este país, un mal que están analizando laboratorios médicos de todo el mundo y que se revela por un síntoma común, esa fantástica excusa de: “No, yo no desayuno en mi casa porque nada más levantarme no me entra nada”. Dicen que de los Pirineos para arriba, este síntoma no se registra. Qué cosa tan rara.
lunes, 14 de diciembre de 2009
Algunos hasta reciben condena
Cuánta paciencia viernes, 11 de diciembre de 2009
Pues después de tanto lío, por fin tenemos a un político canario con pena firme por un caso de corrupción. Es el caso de Esteban Bethencourt Gámez, antiguo alcalde de Valle Gran Rey, un municipio de cuyas arcas públicas este alcalde, según la sentencia, malversó más de ocho millones de las antiguas pesetas en dietas no justificadas. Cuatro años de cárcel y 10 de inhabilitación para cargo público se lleva Bethencourt Gámez, que además es diputado en el Parlamento Regional en una sentencia que es recurrible, todo sea dicho.
Por fin hay una pena sobre corrupción en Canarias, porque no sé si me falla la memoria, pero es el primer político canario con pena clara por un caso de corrupción. O esa, hay casos que han quedado en nada, hay otro montón de casos que se siguen investigando, incluso hay casos con estruendoso secreto de sumario desde hace años sin que terminen por resolverse, como el famoso asunto de Las Teresitas que, a este paso y según los agoreros del cambio climático, cuando se resuelva el asunto judicialmente ni habrá playa ni nada.
Digo esto de que ya tenemos un penado por varias cosas. Primero, porque tanto revuelo para tan pocas sentencias. Segundo, porque el sistema funciona, a trompicones, de manera extraña y con múltiples fallos, pero funciona. Y tercero, porque miren ustedes, hay sentencia para todos esos que dicen que la política es un ejercicio del mangoneo, no es eso, y esta sentencia sirve como un fantástico toque de atención.
Pues después de tanto lío, por fin tenemos a un político canario con pena firme por un caso de corrupción. Es el caso de Esteban Bethencourt Gámez, antiguo alcalde de Valle Gran Rey, un municipio de cuyas arcas públicas este alcalde, según la sentencia, malversó más de ocho millones de las antiguas pesetas en dietas no justificadas. Cuatro años de cárcel y 10 de inhabilitación para cargo público se lleva Bethencourt Gámez, que además es diputado en el Parlamento Regional en una sentencia que es recurrible, todo sea dicho.
Por fin hay una pena sobre corrupción en Canarias, porque no sé si me falla la memoria, pero es el primer político canario con pena clara por un caso de corrupción. O esa, hay casos que han quedado en nada, hay otro montón de casos que se siguen investigando, incluso hay casos con estruendoso secreto de sumario desde hace años sin que terminen por resolverse, como el famoso asunto de Las Teresitas que, a este paso y según los agoreros del cambio climático, cuando se resuelva el asunto judicialmente ni habrá playa ni nada.
Digo esto de que ya tenemos un penado por varias cosas. Primero, porque tanto revuelo para tan pocas sentencias. Segundo, porque el sistema funciona, a trompicones, de manera extraña y con múltiples fallos, pero funciona. Y tercero, porque miren ustedes, hay sentencia para todos esos que dicen que la política es un ejercicio del mangoneo, no es eso, y esta sentencia sirve como un fantástico toque de atención.
Cenas de empresa para autónomos
Cuánta paciencia, jueves 11 de diciembre de 2009
Si usted quiere medir una ocurrencia o una propuesta interesante, no tiene más que crear un grupo en Facebook. Y si no sabe lo que es el Facebook o no quiere abrirse una cuenta en él, es que está muerto. En el Facebook hay de todo, grupos a favor y en contra de esta casa, RadioTelevisiónCanaria, sin ir más lejos, grupos a favor y en contra del político de turno, páginas personales del político de turno que o no actualiza nadie o la mira el propio político de turno todo el rato, en fin, un excelente barómetro social para según qué aspectos.
Acaba de crearse un grupo en Facebook llamado “Yo tampoco tengo cena de empresa estas navidades”. Por los amigos afiliados que conozco, es un grupo sobre todo de trabajadores autónomos, esos grandes olvidados de la innovación y el desarrollo, al menos hasta las próximas elecciones. Estoy por crear un grupo nuevo titulado: Que vuelvan las cenas de Navidad a cargo de la empresa y la cesta de todos los años. Los empresarios deberían darse cuenta de que los asalariados medios nos conformamos con bien poco, y una parte de ese poco es un lotito navideño aparente y una cena de navidad pagada por los jerifaltes, no les cuento nada si el lotito navideño es un jamón serrano, por muy poco curado y salado que esté. Pero todo eso parece que se está perdiendo. Si la crisis tiene sus cosas buenas, también parece que dejará para la posteridad una serie de prácticas lamentables. No sé ustedes, pero este de aquí, de cuatro cenas navideñas que tiene, tres las debe aflojar de su bolsillo. Y de lote navideño, olvídense. Ustedes pueden decir, oiga, que una empresa pública no debería malgastar el dinero en regalitos navideños, pero ustedes como contribuyentes, espero, deberían velar también por la alegría laboral de los trabajadores públicos, algo que se olvida con demasiada facilidad. De paso, que quede esta reivindicación para la posteridad: que vuelva cesta navideña y cenita paga, por dios.
Si usted quiere medir una ocurrencia o una propuesta interesante, no tiene más que crear un grupo en Facebook. Y si no sabe lo que es el Facebook o no quiere abrirse una cuenta en él, es que está muerto. En el Facebook hay de todo, grupos a favor y en contra de esta casa, RadioTelevisiónCanaria, sin ir más lejos, grupos a favor y en contra del político de turno, páginas personales del político de turno que o no actualiza nadie o la mira el propio político de turno todo el rato, en fin, un excelente barómetro social para según qué aspectos.
Acaba de crearse un grupo en Facebook llamado “Yo tampoco tengo cena de empresa estas navidades”. Por los amigos afiliados que conozco, es un grupo sobre todo de trabajadores autónomos, esos grandes olvidados de la innovación y el desarrollo, al menos hasta las próximas elecciones. Estoy por crear un grupo nuevo titulado: Que vuelvan las cenas de Navidad a cargo de la empresa y la cesta de todos los años. Los empresarios deberían darse cuenta de que los asalariados medios nos conformamos con bien poco, y una parte de ese poco es un lotito navideño aparente y una cena de navidad pagada por los jerifaltes, no les cuento nada si el lotito navideño es un jamón serrano, por muy poco curado y salado que esté. Pero todo eso parece que se está perdiendo. Si la crisis tiene sus cosas buenas, también parece que dejará para la posteridad una serie de prácticas lamentables. No sé ustedes, pero este de aquí, de cuatro cenas navideñas que tiene, tres las debe aflojar de su bolsillo. Y de lote navideño, olvídense. Ustedes pueden decir, oiga, que una empresa pública no debería malgastar el dinero en regalitos navideños, pero ustedes como contribuyentes, espero, deberían velar también por la alegría laboral de los trabajadores públicos, algo que se olvida con demasiada facilidad. De paso, que quede esta reivindicación para la posteridad: que vuelva cesta navideña y cenita paga, por dios.
jueves, 10 de diciembre de 2009
Los fumadores son unas personas muy pesadas
Cuánta paciencia, miércoles 9 de diciembre de 2009
Qué fácil resulta reunir un millón de euros cuando se puede reunir un millón de euros. Pero qué raro que un político reúna con tanta alegría un millón de euros. Vamos, que digo yo que debería ser raro, pero resulta que en Cataluña y en la España moderna de más de mil detenidos ya por casos de corrupción, lo raro es lo otro, encontrarse con un político penado por pringar que no sea capaz de reunir un millón de euros. El caso de Lluís Prenafeta y Macià Alavedra está ahí flotando, el lunes les pusieron una fianza de un millón de euros y el miércoles ya lo reunieron, uno más tarde que otro. Su capacidad de reunir un millón de euros debería considerarse incluso prueba, pero parece que sienta un precedente novedoso: acusado de corrupción pringado el que no consiga reunir un millón de euros de fianza.
Cambiemos de asunto, el otro domingo, su comentarista más dicharachero acudió a un nuevo local nocturno en Santa Cruz de Tenerife para ver un par de conciertos. Todavía huelo a tabaco, o mejor a nicotina, alquitrán y todas las guarradas que le meten al cigarrillo de turno, que son persistentes, se enganchan con un tufo nauseabundo incluso para el fumador habitual. Un asquito lo de salir por la noche con estas condiciones, pero todo se andará porque están preparando una ley nueva para que todos los que no queremos fumar sin fumar, no lo hagamos. De paso, sale la noticia de que solo el 5,4% de la población mundial vive en países donde se regula el consumo de tabaco. Pero se va avanzando. Muchos somos los que esperamos que prohíban también fumar en los locales nocturnos y en cualquier otro espacio público donde los fumadores tengan que compartir sitio con no fumadores. De paso, a ver si la nueva ley prohíbe fumar justo en la puerta de los edificios donde no se puede fumar, porque con la actual ley de tabaco, el edificio está libre de humos, pero para entrar uno tiene que atravesar una barrera nicotínica asquerosa. Y sí, ahora se alzarán las voces de esos que dicen que se atenta contra la libertad individual y tal y cual al prohibir el consumo del tabaco en lugares públicos. Curiosamente, todas esas protestas llegan de los fumadores, que son unas personas muy pesadas.
Qué fácil resulta reunir un millón de euros cuando se puede reunir un millón de euros. Pero qué raro que un político reúna con tanta alegría un millón de euros. Vamos, que digo yo que debería ser raro, pero resulta que en Cataluña y en la España moderna de más de mil detenidos ya por casos de corrupción, lo raro es lo otro, encontrarse con un político penado por pringar que no sea capaz de reunir un millón de euros. El caso de Lluís Prenafeta y Macià Alavedra está ahí flotando, el lunes les pusieron una fianza de un millón de euros y el miércoles ya lo reunieron, uno más tarde que otro. Su capacidad de reunir un millón de euros debería considerarse incluso prueba, pero parece que sienta un precedente novedoso: acusado de corrupción pringado el que no consiga reunir un millón de euros de fianza.
Cambiemos de asunto, el otro domingo, su comentarista más dicharachero acudió a un nuevo local nocturno en Santa Cruz de Tenerife para ver un par de conciertos. Todavía huelo a tabaco, o mejor a nicotina, alquitrán y todas las guarradas que le meten al cigarrillo de turno, que son persistentes, se enganchan con un tufo nauseabundo incluso para el fumador habitual. Un asquito lo de salir por la noche con estas condiciones, pero todo se andará porque están preparando una ley nueva para que todos los que no queremos fumar sin fumar, no lo hagamos. De paso, sale la noticia de que solo el 5,4% de la población mundial vive en países donde se regula el consumo de tabaco. Pero se va avanzando. Muchos somos los que esperamos que prohíban también fumar en los locales nocturnos y en cualquier otro espacio público donde los fumadores tengan que compartir sitio con no fumadores. De paso, a ver si la nueva ley prohíbe fumar justo en la puerta de los edificios donde no se puede fumar, porque con la actual ley de tabaco, el edificio está libre de humos, pero para entrar uno tiene que atravesar una barrera nicotínica asquerosa. Y sí, ahora se alzarán las voces de esos que dicen que se atenta contra la libertad individual y tal y cual al prohibir el consumo del tabaco en lugares públicos. Curiosamente, todas esas protestas llegan de los fumadores, que son unas personas muy pesadas.
miércoles, 9 de diciembre de 2009
Lecciones de periodismo y gratis
Cuánta paciencia, viernes 4 de diciembre de 2009
Pensaba que todo esto estaba ya sabido, que habíamos aprendido algo, pero la semana más trágica en la historia de los medios de comunicación en Canarias culmina casi peor que como empezó, con extrañas lecciones de ética de todos aquellos que pervirtieron la ética. No me quiero poner corporativo con la defensa de la entrevista que esta misma casa hizo a Diego Pastrana esta semana, no lo quiero hacer porque este comentarista quizá no habría hecho esa entrevista o no la habría hecho pública de ser el responsable periodístico del autor de la entrevista. Creo que hace falta tiempo, hace falta dejar respirar a toda esta historia, hace falta sobre todo una profunda reflexión y que poco contribuimos dando más vueltas en torno a un asunto ponzoñoso. Aún así, incluso la inteligibilidad de la entrevista a Diego Pastrana es informativa porque muestra a un ser humano destrozado por una prueba durísima que no desearíamos ni al más desalmado de nuestros enemigos.
Aún así, de ser errónea, de estar mal planteada, la entrevista de CanariasRadio es el elemento menos malo en una lista de catástrofes informativas. Por tanto, el rasgamiento de vestiduras de medios informativos que abrieron a cuatro columnas con la entrevista, que no dudaron en calificar a Diego de asesino, violador y maltratador, no puede ser más hipócrita. En este disparate de caso se cometieron muchos abusos periodísticos y ahora continuamos con el pedal del acelerador pisado a fondo. Por desgracia estamos en otras batallitas como para reparar en algo simplísimo: aquí lo importante es la trágica muerte de una niña, un drama mascrado por una especie de locura colectiva que no parece tener fin. En esta orgía global, nadie parece darse cuenta que se emplea el drama de una muerte para arreglar cuentas personales, para continuar con sus particulares batallitas mediáticas y empresariales, para, en definitiva, continuar con el masivo desprestigio de unos medios de comunicación que sobrevivirán a la gran locura de estos siete días apestando a basura. De esta no nos recuperamos, porque no hay benditas ganas de recuperarnos. Mañana seguiremos removiendo el vertedero otro poquito más.
Pensaba que todo esto estaba ya sabido, que habíamos aprendido algo, pero la semana más trágica en la historia de los medios de comunicación en Canarias culmina casi peor que como empezó, con extrañas lecciones de ética de todos aquellos que pervirtieron la ética. No me quiero poner corporativo con la defensa de la entrevista que esta misma casa hizo a Diego Pastrana esta semana, no lo quiero hacer porque este comentarista quizá no habría hecho esa entrevista o no la habría hecho pública de ser el responsable periodístico del autor de la entrevista. Creo que hace falta tiempo, hace falta dejar respirar a toda esta historia, hace falta sobre todo una profunda reflexión y que poco contribuimos dando más vueltas en torno a un asunto ponzoñoso. Aún así, incluso la inteligibilidad de la entrevista a Diego Pastrana es informativa porque muestra a un ser humano destrozado por una prueba durísima que no desearíamos ni al más desalmado de nuestros enemigos.
Aún así, de ser errónea, de estar mal planteada, la entrevista de CanariasRadio es el elemento menos malo en una lista de catástrofes informativas. Por tanto, el rasgamiento de vestiduras de medios informativos que abrieron a cuatro columnas con la entrevista, que no dudaron en calificar a Diego de asesino, violador y maltratador, no puede ser más hipócrita. En este disparate de caso se cometieron muchos abusos periodísticos y ahora continuamos con el pedal del acelerador pisado a fondo. Por desgracia estamos en otras batallitas como para reparar en algo simplísimo: aquí lo importante es la trágica muerte de una niña, un drama mascrado por una especie de locura colectiva que no parece tener fin. En esta orgía global, nadie parece darse cuenta que se emplea el drama de una muerte para arreglar cuentas personales, para continuar con sus particulares batallitas mediáticas y empresariales, para, en definitiva, continuar con el masivo desprestigio de unos medios de comunicación que sobrevivirán a la gran locura de estos siete días apestando a basura. De esta no nos recuperamos, porque no hay benditas ganas de recuperarnos. Mañana seguiremos removiendo el vertedero otro poquito más.
jueves, 3 de diciembre de 2009
Una música viva entre muertos
Cuánta paciencia, miércoles 2 de diciembre de 2009
Ahora que la música está más viva que nunca, resulta que se muere. Menuda credibilidad una tarima donde lucen palmito uno de Mago de Oz, probablemente el grupo más espantoso de la historia de la música española, Chenoa y David de María. ¡La música desaparece! Nos dicen. Una trola gigantesca la de esa manifestación de ayer en Madrid. Otra protesta, por cierto, para pedir que el gobierno arregle algo. A ver si empezamos a arreglar las cosas nosotros mismos.
Se los digo con un poco de conocimiento de causa: la música está más viva que nunca, rematadamente viva. En plena crisis discográfica, Canarias va a cerrar uno de los años con mayor edición de discos dentro de la música alternativa. Hay más conciertos que nunca y la gente va a más conciertos que nunca. Cualquier festival se llena. Hay ejemplos fantásticos de cómo encarar los nuevos tiempos de la música, como el grupo madrileño Vetusta Morla: se autoeditaron el disco después de casi nueve años haciendo música sin que nadie les hiciera caso. Ellos gestionan toda su carrera, con ligeras ayudas de trabajadores externos. Y les va francamente bien. De su disco llevan vendidos más de 30.000 ejemplares. Son un ejemplo problemático porque marca el camino a muchos otros músicos: la solución al Apocalipsis musical está en el trabajo.
Hay otra lectura sobre esa presunta crisis musical, y es la que hace el gran Loquillo, un artista como un sombrero de copa. Alguien capaz de tener ese impacto sin saber ni cantar ni bailar ni componer es que solo puede ser artista. Loquillo fue más allá y habló de una cosa obvia: la falta de respeto que se tiene en este país por la figura del creador y por la cultura en general. Ahí tiene toda la razón, y cada día, decenas de miles de creadores pelean contra este estigma, contra esa ignorancia total de una tierra que siente alergia por todo lo que sea cultura. Los creadores crecen con esa certeza y a pesar de todo, se pelean contra esa falta de respeto. Por eso les salen las cosas más o menos bien, de pura pesadez. Y antes era peor, antes se les quemaba en la hoguera.
PD: en la lectura en antena dije por error La Vieja Morla en lugar de Vetusta Morla. Los primeros son canarios y hacen pop de guitarras potente y de letras lúbricas. Los segundos, rock emotivo con Radiohead y Jeff Buckley en el desván de los referentes. Los dos son fantásticos. Los canarios están a punto de sacar su segundo elepé, tienen muchísimo talento y hacen grandes canciones. Los primeros son de Cuatro Caminos y tienen todo el éxito que se merecen verdaderos.
Ahora que la música está más viva que nunca, resulta que se muere. Menuda credibilidad una tarima donde lucen palmito uno de Mago de Oz, probablemente el grupo más espantoso de la historia de la música española, Chenoa y David de María. ¡La música desaparece! Nos dicen. Una trola gigantesca la de esa manifestación de ayer en Madrid. Otra protesta, por cierto, para pedir que el gobierno arregle algo. A ver si empezamos a arreglar las cosas nosotros mismos.
Se los digo con un poco de conocimiento de causa: la música está más viva que nunca, rematadamente viva. En plena crisis discográfica, Canarias va a cerrar uno de los años con mayor edición de discos dentro de la música alternativa. Hay más conciertos que nunca y la gente va a más conciertos que nunca. Cualquier festival se llena. Hay ejemplos fantásticos de cómo encarar los nuevos tiempos de la música, como el grupo madrileño Vetusta Morla: se autoeditaron el disco después de casi nueve años haciendo música sin que nadie les hiciera caso. Ellos gestionan toda su carrera, con ligeras ayudas de trabajadores externos. Y les va francamente bien. De su disco llevan vendidos más de 30.000 ejemplares. Son un ejemplo problemático porque marca el camino a muchos otros músicos: la solución al Apocalipsis musical está en el trabajo.
Hay otra lectura sobre esa presunta crisis musical, y es la que hace el gran Loquillo, un artista como un sombrero de copa. Alguien capaz de tener ese impacto sin saber ni cantar ni bailar ni componer es que solo puede ser artista. Loquillo fue más allá y habló de una cosa obvia: la falta de respeto que se tiene en este país por la figura del creador y por la cultura en general. Ahí tiene toda la razón, y cada día, decenas de miles de creadores pelean contra este estigma, contra esa ignorancia total de una tierra que siente alergia por todo lo que sea cultura. Los creadores crecen con esa certeza y a pesar de todo, se pelean contra esa falta de respeto. Por eso les salen las cosas más o menos bien, de pura pesadez. Y antes era peor, antes se les quemaba en la hoguera.
PD: en la lectura en antena dije por error La Vieja Morla en lugar de Vetusta Morla. Los primeros son canarios y hacen pop de guitarras potente y de letras lúbricas. Los segundos, rock emotivo con Radiohead y Jeff Buckley en el desván de los referentes. Los dos son fantásticos. Los canarios están a punto de sacar su segundo elepé, tienen muchísimo talento y hacen grandes canciones. Los primeros son de Cuatro Caminos y tienen todo el éxito que se merecen verdaderos.
miércoles, 2 de diciembre de 2009
Menos perdón y más acción
Cuánta paciencia, martes 1 de diciembre de 2009
Ahora vivimos la otra vorágine. Está la vorágine de los perdones informativos sin plantear propuestas. ¿Por qué se evita la palabra presunto en los titulares justo cuando se inicia una investigación y está todo en el aire? ¿Por qué se aceptan las fuentes policiales sin el conveniente contraste? ¿Por qué se abren comentarios en las webs sin un filtrado conveniente? Llegan justificaciones precisamente de los diarios que peor trataron este asunto, dice cierto director acostumbrado al ajusticiamiento público de los redactores no afines que actuó bien. No nos hagan reír, hombre. Ciertos columnistas aprovechan el disparate para atacar a columnistas de otros medios que no les caen bien. Sí, cuando ustedes se pensaban que otro ridículo más era imposible, nos encontramos con gentuza de esta calaña, personas que no reparan en que están empleando una tragedia para sus particulares batallitas de poder periodístico. Otra arcada más para sumar en una semana trágica.
Ahora ni la Consejería de Sanidad ni la guardia Civil filtraron la famosa primera inspección, donde se hablaba de un presunto maltrato. Conviene recordar que esa información es confidencial y que no puede revelarse de cualquier manera. Hay un elemento claro: existe una primera persona que decide hacer pública esa inspección médica errónea, pero confidencial, luego existen varias personas que emplean una información sin someterla al conveniente contraste, que redactan noticias y escriben titulares sin emplear los mínimos elementos de precaución y libres de eso que repetimos tanto estos días: la presunción de inocencia. Luego otras personas abrieron comentarios en las noticias, y dieron salida a teléfonos en los programas en directo, para que más personas lanzaran sus improperios a partir de una información que nunca debió publicarse. Varias personas públicas emitieron condenas encendidas de las que no se retractaron todavía. Organismos oficiales convocaron minutos de silencio sin echar el freno. Es todo cuestión de personas, y por tanto, es fácil identificar a los culpables de todo esto. Con perdones y declaraciones que tiran los balones de un tejado a otro, no se resuelve nada. Hay responsables, que dimitan y que se dejen de escribir patéticas columnillas.
Ahora me toca a mí pedir perdón, y es por no abandonar este caso. Lo siento mucho, pero no puedo dejar de pensar en que Diego la semana pasada estaba bañando a Aitana, que la niña se quejó de que le dolía la cabeza, que dejó de respirar, y que Diego ya no volvió a verla con vida. Luego vino una de las semanas más idiotas de la historia de Canarias. Eso no debemos olvidarlo.
Postdata: más para el vómito: el escandaloso interrogatorio de la Guardia Civil, menos benemérita que nunca, más patéticos intentos de perdón como el lamentable editorial de 'La Opinión de Tenerife' en su edición de hoy (que no enlazo para no darle ni media visita a esos desalmados), etcétera, etcétera. Todo esto nos seguirá mareando un tiempo porque nos lo merecemos: metimos la pata hasta el fondo. ¿Por qué? Creo que la culpa principal es de que en los medios trabaja mucha gente con evidentes limitaciones intelectuales, mientras que los buenos periodistas, más listos, no están salvo contadísimas excepciones en los medios, sino que en otra parte. Con cuatro periodistas cautos, esto no habría pasado. Gran lección: mejor esperar que publicar la gran metedura de pata de tu vida. Segunda lección: no te fíes de nadie, ni siquiera de la policía, que en vista de lo que le hicieron al pobre Diego, mejor ni mirarles a la cara. Tercera lección: recuerda aquello que se decía en la facultad, si es que fuiste a la facultad (algunos fueron y se les nota tan poco...): la información hay que contrastarla con al menos dos fuentes.
Ahora vivimos la otra vorágine. Está la vorágine de los perdones informativos sin plantear propuestas. ¿Por qué se evita la palabra presunto en los titulares justo cuando se inicia una investigación y está todo en el aire? ¿Por qué se aceptan las fuentes policiales sin el conveniente contraste? ¿Por qué se abren comentarios en las webs sin un filtrado conveniente? Llegan justificaciones precisamente de los diarios que peor trataron este asunto, dice cierto director acostumbrado al ajusticiamiento público de los redactores no afines que actuó bien. No nos hagan reír, hombre. Ciertos columnistas aprovechan el disparate para atacar a columnistas de otros medios que no les caen bien. Sí, cuando ustedes se pensaban que otro ridículo más era imposible, nos encontramos con gentuza de esta calaña, personas que no reparan en que están empleando una tragedia para sus particulares batallitas de poder periodístico. Otra arcada más para sumar en una semana trágica.
Ahora ni la Consejería de Sanidad ni la guardia Civil filtraron la famosa primera inspección, donde se hablaba de un presunto maltrato. Conviene recordar que esa información es confidencial y que no puede revelarse de cualquier manera. Hay un elemento claro: existe una primera persona que decide hacer pública esa inspección médica errónea, pero confidencial, luego existen varias personas que emplean una información sin someterla al conveniente contraste, que redactan noticias y escriben titulares sin emplear los mínimos elementos de precaución y libres de eso que repetimos tanto estos días: la presunción de inocencia. Luego otras personas abrieron comentarios en las noticias, y dieron salida a teléfonos en los programas en directo, para que más personas lanzaran sus improperios a partir de una información que nunca debió publicarse. Varias personas públicas emitieron condenas encendidas de las que no se retractaron todavía. Organismos oficiales convocaron minutos de silencio sin echar el freno. Es todo cuestión de personas, y por tanto, es fácil identificar a los culpables de todo esto. Con perdones y declaraciones que tiran los balones de un tejado a otro, no se resuelve nada. Hay responsables, que dimitan y que se dejen de escribir patéticas columnillas.
Ahora me toca a mí pedir perdón, y es por no abandonar este caso. Lo siento mucho, pero no puedo dejar de pensar en que Diego la semana pasada estaba bañando a Aitana, que la niña se quejó de que le dolía la cabeza, que dejó de respirar, y que Diego ya no volvió a verla con vida. Luego vino una de las semanas más idiotas de la historia de Canarias. Eso no debemos olvidarlo.
Postdata: más para el vómito: el escandaloso interrogatorio de la Guardia Civil, menos benemérita que nunca, más patéticos intentos de perdón como el lamentable editorial de 'La Opinión de Tenerife' en su edición de hoy (que no enlazo para no darle ni media visita a esos desalmados), etcétera, etcétera. Todo esto nos seguirá mareando un tiempo porque nos lo merecemos: metimos la pata hasta el fondo. ¿Por qué? Creo que la culpa principal es de que en los medios trabaja mucha gente con evidentes limitaciones intelectuales, mientras que los buenos periodistas, más listos, no están salvo contadísimas excepciones en los medios, sino que en otra parte. Con cuatro periodistas cautos, esto no habría pasado. Gran lección: mejor esperar que publicar la gran metedura de pata de tu vida. Segunda lección: no te fíes de nadie, ni siquiera de la policía, que en vista de lo que le hicieron al pobre Diego, mejor ni mirarles a la cara. Tercera lección: recuerda aquello que se decía en la facultad, si es que fuiste a la facultad (algunos fueron y se les nota tan poco...): la información hay que contrastarla con al menos dos fuentes.
martes, 1 de diciembre de 2009
¿Qué Diego?
Cuánta paciencia, lunes 30 de noviembre de 2009
No se preocupen, que toda la culpa es del médico, de ese maldito médico al que deberíamos colgar ya de la plaza mayor por elaborar un primer informe erróneo sobre la muerte de la pobre Aitana. Una niña que se murió por un golpe mal tratado en un columpio. Debe ser horrible manejar la muerte de tu hija de tres años como para que encima tengas que digerir el convertirte en el pelele informativo de turno.
No se preocupen que después de linchar al novio del padre de la chiquilla, ahora iremos a por el médico, a por el servicio canario de salud, a por la consejera de sanidad, qué demonios, a por el mismo presidente del gobierno de Canarias, aunque quizá la culpa de todo la tenga Trinidad Jiménez y, en consecuencia, Zapatero, una vez más responsable de todo lo que se mueve.
Por supuesto que nosotros, los medios de comunicación, no tenemos ninguna culpa porque, en un ejercicio de profesionalidad y capacidad crítica, nos limitamos a cortar y pegar la nota que remitió la guardia civil, porque las fuerzas policiales ponen mucho empeño en publicitarse cuando aciertan, el mismo esfuerzo que ponen en ocultar sus abundantes errores. Los medios solo abrimos teléfonos y comentarios para dar cabida a la creatividad asesina de la ciudadanía, vaya con la ciudadanía. Desde pegarle fuego hasta sacarle los intestinos al estilo comanche, las propuestas fueron de lo más interesantes. Los que se quedaron en solicitar la pena de muerte para el hombre eran del sector moderado.
El único beneficio de toda esta tragedia es que la próxima vez levantaremos un poco el pie del acelerador y, antes de que se redacte el nuevo titular tendencioso o se abran las opiniones de la ignorancia, digo, de la ciudadanía, un ser humano inteligente y cauto diga eso: “Oigan, acuérdense del caso de Diego, al pibe que casi lincharon en el sur de Tenerife”. La respuesta será clarísima: ¿Qué Diego?
No se preocupen, que toda la culpa es del médico, de ese maldito médico al que deberíamos colgar ya de la plaza mayor por elaborar un primer informe erróneo sobre la muerte de la pobre Aitana. Una niña que se murió por un golpe mal tratado en un columpio. Debe ser horrible manejar la muerte de tu hija de tres años como para que encima tengas que digerir el convertirte en el pelele informativo de turno.
No se preocupen que después de linchar al novio del padre de la chiquilla, ahora iremos a por el médico, a por el servicio canario de salud, a por la consejera de sanidad, qué demonios, a por el mismo presidente del gobierno de Canarias, aunque quizá la culpa de todo la tenga Trinidad Jiménez y, en consecuencia, Zapatero, una vez más responsable de todo lo que se mueve.
Por supuesto que nosotros, los medios de comunicación, no tenemos ninguna culpa porque, en un ejercicio de profesionalidad y capacidad crítica, nos limitamos a cortar y pegar la nota que remitió la guardia civil, porque las fuerzas policiales ponen mucho empeño en publicitarse cuando aciertan, el mismo esfuerzo que ponen en ocultar sus abundantes errores. Los medios solo abrimos teléfonos y comentarios para dar cabida a la creatividad asesina de la ciudadanía, vaya con la ciudadanía. Desde pegarle fuego hasta sacarle los intestinos al estilo comanche, las propuestas fueron de lo más interesantes. Los que se quedaron en solicitar la pena de muerte para el hombre eran del sector moderado.
El único beneficio de toda esta tragedia es que la próxima vez levantaremos un poco el pie del acelerador y, antes de que se redacte el nuevo titular tendencioso o se abran las opiniones de la ignorancia, digo, de la ciudadanía, un ser humano inteligente y cauto diga eso: “Oigan, acuérdense del caso de Diego, al pibe que casi lincharon en el sur de Tenerife”. La respuesta será clarísima: ¿Qué Diego?
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