Cuánta paciencia, jueves 4 de febrero de 2010
Los que hablan de la desaparición de la prensa y de la extinción del trabajo del periodista le dan demasiada importancia a las noticias, como si las noticias existieran por sí solas. Hay noticias obvias, como que en Canarias calló un chaparrón cojonudo el pasado lunes, y hay otras noticias que hay que buscar, como que Santa Cruz de Tenerife, una de las zonas más afectadas por el torrente, antes tenía siete barrancos y ahora solo le quedan dos abiertos. Hay una calle que se llama Barranquillo en el saber popular y que convirtió la parte baja de la ciudad en un fantástico lago marrón caca.
Ahora hay una corriente para instaurar la cadena perpetua o algo así en España. Digan que sí, a los delincuentes hay que fastidiarlos todo lo que se puede, porque quien habla de cadena perpetua, habla también de pena de muerte, rescatemos el garrote vil, hombre. Pero luego hay muchas otras lecturas. Por ejemplo, que España cuenta con una tasa de delitos inferior a la media europea y en pleno descenso desde hace 20 años, pero la gente dice que cada vez hay más inseguridad, dónde vamos a parar. Estos interesantes datos los aporta el abogado Julián Ríos en la edición de hoy de ‘El País’, es fácil de encontrar porque está en la última del periódico.
Hay otra noticia noticia, de esas que estalla de bruces en la redacciones sin necesidad de que ningún periodista escudriñe. Se trata de la liberación de Ricardo Carzola, un señor al que varios testigos inculparon de violación, pero que las pruebas de ADN exculparon. El primer juez no hizo casos a las pruebas de ADN, porque la ciencia debe ser muy puñetera. Pero el Tribunal Supremo dijo que nada de eso. Imaginen, usted va por la calle y una persona dice que usted cometió un delito. A pesar de contar con pruebas en contra, a usted lo meten en la cárcel porque aquí hay que meter a todo el mundo en la cárcel. Si me apuran, hasta a usted le podría caer una cadena perpetua, si este país sigue ese rumboso movimiento, porque nos creemos que todo es tan perfecto como un capítulo de CSI, pero no, el sistema es tremendamente imperfecto, la faena es cuando la imperfección le toca a uno.
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