lunes, 20 de septiembre de 2010

Qué discoteca La Isla ni qué niño muerto...

Cuánta paciencia, viernes 17 de septiembre de 2010

Hay cosas intolerables y que demandan de una rápida reacción que, desde esta tribuna, no vemos que se produzca por ninguna parte. Nuestro gobierno autonómico, nuestro presidente, están dormidos en los laureles del poder y son incapaces de atender peticiones de la ciudadanía canaria que son un clamor, un grito que desde la cúspide del poder no se oye.

Tampoco los intelectuales de las islas reaccionan por el atropello, y esta claro que no podemos seguir así, viendo pisoteado y mancillado el nombre de las Islas por dondequiera que vamos. Hay una idea equivocada de este archipiélago canario, un tópico absurdo sobre la forma de ser del isleño. Toda esa patraña de que somos aplatanados, y eso peor de que somos simpáticos y afables. Acabemos con ese mito, porque los canarios tenemos mucha mala leche, y ese enfado es duro y directo cuando se da a conocer.

No queremos que nuestra demanda se quede en el negro sobre blanco del papel, ni en un ruido sobre las ondas de radio. Queremos que se haga efectiva, que de una vez se nos escuche. Es hora de dejar de lado esa objetividad y esa contemplación que, dicen algunos, debemos mantener como medio de comunicación público. No, desde aquí decimos que no, y animamos a todos los canarios para que hagan suyas nuestras exigencias. Es la hora de actuar. Resulta que la macrodiscoteca de Águilas, un pueblo del territorio peninsular, pasa de llamarse La Meca, ante las quejas de la comunidad musical, y resulta que ahora se denomina La Isla. Y eso no puede ser, como tampoco puede ser que la España invasora esté llena de bares que se llaman Teide, Tenerife, hoteles Canarias y demás tonterías. Un respeto, oigan, un respeto.

Un capirote mejor

Cuánta paciencia, jueves 16 de septiembre de 2010

El sistema económico es un todo en constante alimentación. Si las instituciones públicas, por ejemplo, deciden suspender las cenas de Navidad para sus trabajadores, como hicieron el año pasado y harán de aquí hasta el fin de los días, resulta que los restaurantes dejan de cobrar, estos le dejan de pagar a sus empleados y proveedores, y así un largo etcétera.

Igual ocurre con los desayunos y cafeles que se toma el trabajador medio español y canario en cualquier día laborable. Si se nos ocurriera cercenar ese derecho no escrito del asalariado, acabaríamos con una red de bares y cafeterías, que a su vez sustentan otra red de distribuidores, hasta llegar a la conclusión de que el mercado del café se iría al garete. O sea, que no nos extrañe que la simpática afirmación del diputado del Común, Manuel Alcaide, de poner un uniforme al funcionario para que se note cuando sale a desayunar o tomar café y que todo el mundo lo señale con el dedo, menos los mancos, quiero y no puedo, esta rimbonbante declaración que hoy es portada en todos los periódicos, afecte de manera directa al precio mundial del café, que seguro que se está desplomando. Porque, ¿qué sería del mercado mundial del café sin el barraquito, el saperoco y el cortado medio canario?

Pues Alcaide se quiere cargar esa realidad, así como la particular idiosincrasia del currela canario, el único del mundo que sale de su casa sin desayunar porque “nada más levantarme, es que no me entra nada”. Esta particularidad del asalariado isleño está en pleno proceso de estudio por endocrinos de todo el mudo.

Pero vayamos más allá, porque aquí no se escaquean solo los funcionarios. Más que un uniforme, le podríamos poner a cualquier curran un capirote de diferentes colores, azul para funcionarios, con tonos variados según la institución a la que pertenezcan, amarillo para trabajadores de empresas privadas, naranja para las personas de baja laboral, y los liberados sindicales… Espera, los nuevos chivos expiatorios que lleven una sirena en la cabeza, para que los tengamos fichados. Aquí no escapa nadie.

La mujer del general

Cuánta paciencia, miércoles 15 de septiembre de 2010


Qué complicado eso de impartir justicia, sobre todo porque nos movemos en unos límites y fronteras difíciles de establecer. Hay una suerte de seres humanos que piensan que en derechos están por encima de los demás, a pesar de que nuestro sistema democrático diga lo contrario. Es eso que llamamos el poder. El poder es difuso, puede ser una persona con mucho dinero, un político con cargo importante o incluso un general de los de toda la vida. En Gran Canaria hay montada una buena por el caso de la mujer del general jefe del Mando de Canarias. Cometió una infracción grave, y de ahí para adelante, todo se lía. Ciertos elementos de la guardia civil por lo visto intentaron ocultar la infracción y que el asunto quedara en nada. Pero un agente de la policía nacional se empeñó en que no, que eso no podía dejarse pasar. La mujer quedó con una importante y justa sanción económica.

El tema es complicado porque la ley debería aplicarse siempre a rajatabla, pero no siempre es bueno que se aplique de manera tan taxativa. Hay veces en que los agentes de las fuerzas de seguridad suben un poco la presión y te dejan pasar cuando ven que, sin intención, cometiste una pequeña falta. Pero, ¿qué hacemos cuando el caso es especialmente grave? ¿De qué clase de polémica estaríamos hablando ahora si la infracción de la mujer del general hubiera causado alguna víctima?

Todo tenemos mangas, todos conocemos a alguien, y todos intentamos emplear esos contactos cuando se da el caso y buscamos algún favor o beneficio. Lo complicado es establecer dónde ponemos el límite entonces, porque a todos nos enseñaron que precisamente la justicia, las leyes y todo ese entramado está para establecer esos límites para evitar que unos pocos se beneficien de otros muchos. Pero en este caso algo queda claro, si quienes deben aplicar esas leyes se las toman al cachondeo, mal andamos.

Cuidemos la chocolatina

Cuánta paciencia, viernes 10 de septiembre de 2010

Hoy tenemos a Kiko explicándoles a ustedes cómo son esas cosas de volar entre islas. Hace unos días les hablé de que esto de los viajes por avión se está convirtiendo en chiste del que nadie se ríe. Las compañías se dieron cuenta hace tiempo que el proceso de trasladarse nos importa un pimiento, que lo que nos gusta es estar allí. Así que si nos maltratan bastante en ese proceso, no nos vamos a preocupar mucho. El síndrome low cost es así, y por desgracia se está aplicando a muchas facetas de la vida. Se pierde el respeto por la persona que paga. Se entiende que se paga solo porque se le traslade. En todo lo demás, te tratan como la peor basura. Al genial propietario de Ryanair habría que desterrarlo en Marte, y a ser posible en una nave espacial que durante los dos años del trayecto le aplique las mismas medidas con las que él abusa de sus clientes. Dos años de sufrimiento Ryanair, qué bestia me pongo.

Estamos desarrollando una alergia a los aeropuertos. Hay gente que se marea ante la mera idea de que ese día va a coger un barco. Y existen personas que empiezan a tener dolor de cabeza y derrote físico la víspera de coger un largo vuelo hacia unas vacaciones. Encima los canarios pagamos el pato de las famosas conexiones en Madrid en un aeropuerto de Barajas que es una oda al diseño disparatado y al parcheo constante.

Pero contamos con un pequeño refugio. Las compañías interinsulares, entre ellas esa Binter que hoy acoge a Kiko, dan la impresión de que se resisten en caer en esas prácticas, nos siguen tratando como a personas, siguen siendo comprensivos y solucionando problemas con diligencia, se mantienen flexibles en cambios de vuelos. Hacen bien, porque el día en que quiten la chocolatina o el paquete de manises, estará todo perdido.

La mujer del general

Cuánta paciencia, martes 14 de septiembre de 2010

Qué complicado eso de impartir justicia, sobre todo porque nos movemos en unos límites y fronteras difíciles de establecer. Hay una suerte de seres humanos que piensan que en derechos están por encima de los demás, a pesar de que nuestro sistema democrático diga lo contrario. Es eso que llamamos el poder. El poder es difuso, puede ser una persona con mucho dinero, un político con cargo importante o incluso un general de los de toda la vida. En Gran Canaria hay montada una buena por el caso de la mujer del general jefe del Mando de Canarias. Cometió una infracción grave, y de ahí para adelante, todo se lía. Ciertos elementos de la guardia civil por lo visto intentaron ocultar la infracción y que el asunto quedara en nada. Pero un agente de la policía nacional se empeñó en que no, que eso no podía dejarse pasar. La mujer quedó con una importante y justa sanción económica.

El tema es complicado porque la ley debería aplicarse siempre a rajatabla, pero no siempre es bueno que se aplique de manera tan taxativa. Hay veces en que los agentes de las fuerzas de seguridad suben un poco la presión y te dejan pasar cuando ven que, sin intención, cometiste una pequeña falta. Pero, ¿qué hacemos cuando el caso es especialmente grave? ¿De qué clase de polémica estaríamos hablando ahora si la infracción de la mujer del general hubiera causado alguna víctima?

Todo tenemos mangas, todos conocemos a alguien, y todos intentamos emplear esos contactos cuando se da el caso y buscamos algún favor o beneficio. Lo complicado es establecer dónde ponemos el límite entonces, porque a todos nos enseñaron que precisamente la justicia, las leyes y todo ese entramado está para establecer esos límites para evitar que unos pocos se beneficien de otros muchos. Pero en este caso algo queda claro, si quienes deben aplicar esas leyes se las toman al cachondeo, mal andamos.

No hay milagros digitales

Cuánta paciencia, lunes 13 de septiembre de 2010


Siempre que les cuenten a ustedes alguna patraña sobre asuntos paranormales, comunicación con los muertos y demás chorradas propias de médiums, respondan con lo que hizo Houdini. Houdini era un escapista, un mago famoso por salir de las más disparatadas situaciones de encadenamiento. Lo tiraban al mar en un baúl rodeado de candados y el hombre salía. Houdini, que sabía que la magia en realidad tenía truco, era un gran perseguidor de las falacias de esos que se manejan en lo que ellos llaman paraciencias. Houdini convino con su esposa una frase secreta para cuando él muriera. La esposa del mago, una vez fallecido el caballero, convocó a médiums para ver si adivinaban la famosa frase secreta. Nadie lo consiguió, obviamente.

La anécdota de la debo a David Trueba en una de sus casi siempre acertadas columnas de el periódico ‘El País’. La comento porque a pesar de los avances de la ciencia, y de que tenemos más o menos establecido que el método científico de ensayo y demostración es el que vale, cada vez más seres humanos creen en cuentistas que nos conectan con el más allá, nos leen el futuro o graban una psicofonía que siempre siempre siempre se oye fatal, y eso en la era del mp3 digital. Al igual que no hay ni una sola imagen nítida de un ovni, y que desde que todo el mundo tiene un móvil con cámara, se acabaron las apariciones de la virgen de turno. Todas estas espiritualidades, como siempre, se dan de bruces con la realidad.

Pero no, porque resulta que hay una personalidad como la princesa Margarita de Noruega, que dijo en una entrevista hace pocos días que es fácil contactar con los muertos y, atención, con los ángeles. Lo mejor fue la reacción de la iglesia noruega. Claro, condenan el tema porque ellos deben tener la exclusiva el contacto con el más allá, no olviden que el Papa Benedicto es la conexión terrenal del Dios en el que ellos creen y que Stephen Hawking no encuentra por ninguna parte. Los curas noruegos dicen que cuidado, que esto de hablar con los muertos puede ser peligroso. No comentan ni condenan la tontería de que alguien diga que puede hablar con los muertos porque claro, ellos llevan viviendo de ese cachondeo desde hace siglos, y no es cuestión de dar ideas terrenales entre tanto abuso a menores.

Verano a la carbonara

Cuánta paciencia, jueves 9 de septiembre de 2010

La máxima de Warhol debería cumplirse, pero a la bestia, eso de los 15 minutos de fama que se nos garantizaría a todos en el futuro. Warhol no conoció las redes sociales y la popularidad que te otorgan según lo brillante de tu estado del día y del debate que genere.

Pero a todos nos hace falta algo más de fama, nos vendría bien un verano de atención mediática constante o un año entero ante el foco y los micrófonos. Quizá así comprendiéramos mejor la condición humana del famoso, sobre todo la gran dificultad de pasar de ser una persona normal y corriente a convertirte en un ser popular. Y no, no hablo de concursantes de grandes hermanos, ni ‘tronistas’ ni demás idiotas que quieren convertirse en la Belén Esteban de la temporada, luciendo cacha, rimel e ignorancia en esos aburridísimos programas de televisión. Me refiero a una fama de verdad, de esta que te hagan fotos en la quinta puñeta del mundo donde intentas estar de vacaciones.

Todos deberíamos padecer el verano de Sara Carbonero o el año y pico de atención de Jesús Neira, el famoso doctor universitario que una vez se metió en medio de una pelea de pareja, a quien ahora califican ya como un juguete roto y tal y cual. Cuánta severidad, con qué alegría juzgamos a una persona que estuvo al borde de la muerte y que ahora intenta rehacer su vida entremezclado con la puñetera política y con el vapuleo informativo de la jornada, donde los medios que se dicen de izquierdas atacan a lo que ellos consideran que son de derechas y viceversa. Alguien dijo que el señor Neira era de derechas sin esperar a preguntarle. Lo que importa es juzgar, juzgar y juzgar, las fotos de Sara Carbonero durante todo su veraneo y cualquier paso que dé Jesús Neira. Para todos esos opinadores la mejor receta es pasar el verano de Sara Carbonero o el año y pico de Neira, a ver si así nos hacemos un poco más cariñosos.

'Controlator aerial'

Cuánta paciencia, miércoles 8 de septiembre de 2010

Los aficionados a los videojuegos estamos esperando ya con ansia la edición de ‘Controlator aerial’, un divertido título donde se simula el trabajo de un controlador aéreo cualquiera. Es un juego extraño, porque solo te permite jugar algo así como ocho horas a la semana y luego tienes que descansar tres días, depende del convenio de los controladores en cada país. Como tantas ficciones, la pasta que ganes de controlador es ficticia, pero da gustito irla acumulando.

La parte más interesante del juego no es la de la pasta que se gana, ni los consejos de belleza del portavoz César Cabo, la demostración de que una cara bonita y una barba de pocos días pueden poner de parte de los controladores a media España. Lo divertido es hacer lo mismo que los controladores. Con esto les digo que si nos sacaran una simulación en ordenador del trabajo de un controlador, nos daríamos cuenta de que es un videojuego bastante sencillo. Nosotros los jugones, que hemos controlado miles de barcos y aviones en la campaña del Pacífico, o que somos capaces de dominar toda la galaxia controlando razas diferentes, sondas de exploración, convoyes de invasión y recursos de cada planeta, seguro que nos aburriríamos soberanamente con el tejemaneje electrónico de los controladores. El único problema es que todo es mentira, o sea, el dinero que ganas en los juegos por desgracia no lo ganas en la realidad, y los errores que cometes jugando de controlador aéreo se quedarían en eso, y ningún avión de realidad se caería al suelo.

Cualquier persona aficionada al videojuego que no tenga una enfermedad mental sabe hacer esa distinción entre la mentira del juego y la realidad de la vida. Pero resulta que hay muchas personas que no, que se empeñan en hacernos ver que esto del tráfico aéreo es un cachondeo. Empezaron quitando controladores de aeropuertos con poco tráfico, como La Gomera y El Hierro, y ahora dicen en Ryanair que van a prescindir de los copilotos de los aviones porque, total, en realidad quien los maneja son los ordenadores, los pilotos están ahí para que todos nos sintamos seguros. Pensábamos que esa manía que tenían ahora las compañías aéreas de maltratarnos era sádica, pero no, resulta que es lúdica, solo falta que ahora nosotros, los pasajeros, entendamos de qué va el jueguito.

Ni la EGB

Cuánta paciencia, martes 7 de septiembre de 2010


La gente no regresa de vacaciones el 1 de septiembre y se pone en movimiento de inmediato. La gente se toma su buena semana. Te lo dicen en el banco y en los estancos. Que desde ayer lunes, 6 de septiembre, están saturados porque todo el mundo quiere resolver los asuntos que dejó en el aire durante agosto en un día. En estas épocas de paro, aún se paraliza todo por las vacaciones de agosto. Casi nada cambia.

Pero hay cosas que sí. Ahora nos dicen que la depresión post vacacional no existe, y también que el tópico es mentira y que el dinero sí que da la felicidad, cosa que dice otra investigación. Cuanto más dinero tiene uno, más feliz dice que es, pero a partir de cierto nivel de dinero, uno deja de ser feliz, de sonreír y de soltar carcajadas, que son muchos de los indicativos de la felicidad. Eso explica la cara oscura y como gris del empresariado medio en general, y del canario en particular.

Llegamos de un verano como siempre plagado de noticias. Algunas de ellas jugosas. Resulta que la mayoría de los alcaldes acusados de corrupción fueron reelegidos para sus cargos, y que la amplia mayoría de los alcaldes nacionales no pasa de la EGB en sus estudios medios. Nuestro presidente del gobierno de Canarias es precisamente maestro, de la antigua EGB. Esta mañana estaba en la Romería del Socorro en Güímar y esta tarde estará en Teror de romería, caminando desde Las Palmas de Gran Canaria, en una demostración perfecta de lo que es la política actual, sufrimiento en apariencia, pero gozo en el fondo. Parranda tras parranda tenemos al presidente.

Y empezamos donde acabamos, con el dichoso deporte dominándolo todo y con todo un premio Príncipe de Asturias del Deportes dedicado a un grupo de futbolistas que alientan el pack de cervezas, la bolsa de papas fritas, el barreño de cotufas y la postración en general, o sea, que patrocina de todo menos del deporte. Bienvenidos.

Gemelos

Cuánta paciencia, lunes 29 de julio de 2010

Estimados oyentes de otras islas, les refiero que en Tenerife tenemos una buena montada con los gastos de los grupos municipales del ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. No sé que ocurre en el chicharro, pero en esta ciudad últimamente es más fácil encontrar un informe de la Intervención del ayuntamiento sobre los gastos particulares de los concejales que a un fulano vestido con una camiseta de la Roja. Los informes fluyen con una facilidad bárbara, a veces por trabajo periodístico, pero sobre todo por intereses políticos.

Lo que se lee en los informes es fantástico. En general, hay gastos disparatados que se intentan colar como propios del trabajo municipal, pero bendita la relación que tienen. Hay de todo, desde regalos a no se sabe quién hasta la compra de grabados sobre Tenerife y el mar, pasando por compras de material tan municipal como ropa interior femenina o lavados constantes de coches particulares, debe ser por la buena imagen del grupo municipal. Por supuesto, está el gran éxito de los gastos municipales: las comidas. En ciertos ámbitos, lo de llevarse el túper de casa al trabajo no está cuajando, pero claro, si la comida no la pagas tú, es más fácil salir a almorzar o cenar fuera. Ya por un viaje inoportuno a Madrid se organizó una buena hace meses en Santa Cruz de Tenerife. Y lo que queda.

Queda una franca preocupación con estas revelaciones, queda la duda de a saber qué estará pasando en las diferentes instituciones públicas de turno con esas cuentas para gastos en general que luego la gente aplica como le parece. Es cierto que los grupos municipales y los concejales tienen asignadas ciertas cantidades para su trabajo diario, pero algunas personas inocentes consideramos que esas cifras deben ir para justamente eso, hacer mejor su trabajo, no para comprarse unos gemelos para la camiseta, por poner un ejemplo. Si algo bueno puede tener la crisis es que esta agobiante observación de los gastos públicos conduzca quizá a que muchos responsables públicos no se dejen llevar ya por la máxima de “porque yo lo valgo”, sino por la de “esto es de todos, gastémoslo de la mejor manera posible en beneficio de todos”. Solo nos queda confiar en que, en el fondo, los concejales y sus equipitos en realidad se tiran al gasto desmedido como una manera de contribuir al desarrollo económico de su cuidad. Eso o que le echan demasiada cara.

Calle Sara Carbonero

Cuánta paciencia, martes 13 de julio de 2010

Estamos tan contentos o tan enzarzados en las polémicas tras el mundial de fútbol, que nadie se dio cuenta de que es martes y 13. Una chorrada de día, hasta el punto de que para los anglosajones el día de la mala suerte es, como saben, el viernes 13. En fin, que en esto de las supersticiones nos quedamos con los verdaderos supersticiosos, tan suyos que manejan manías individuales en absoluto extensibles.

Pero este martes y 13 se va cerrando con interesantes noticias. Como que se abra por fin el museo de Atapuerca, un verdadero logro Mundial que nos permite conocernos mejor, casi tanto como el fútbol, o que a Enrique Urquijo, que fuera cantante de Los Secretos, le acaban de poner una calle en Vicálvaro, una de esas ciudades donde vive la gente que no vive en Madrid pero que tiene a Madrid a tiro, una frustración o una ventaja, según cómo se mire.

De vez en cuando, algún alcalde se confunde y le pone una calle a alguien lógico, o se la quita a alguien absurdo. Los lelos dicen que no hay que cambiar los nombres de las calles, porque eso es historia. Se equivocan, las calles son homenaje o son cualquier otra cosa. Menos mal que el alcalde de turno de alguna ciudad canaria no tuvo la ocurrencia de dedicarle una calle a Hitler en 1940 tras su victoria contra Francia.

Lo lógico es que las ciudades latinas estén llenas de nombres de personas de las que se sabe poco. En algunas localidades cautas, bajo el cartel de la calle ponen una breve descripción. Luego está la solución menos drástica, como la que cometió hace tiempo Las Palmas de Gran Canaria o hace demasiado poco tiempo Santa Cruz de Tenerife, cuando quitó nombres de la dictadura y puso denominaciones genéricas. Un músico no parece mala solución, hace músicas y si no es tonto, huye de las polémicas. Todo esto a la espera de la nueva moda en las calles: los deportistas. Porque a Iniesta y compañía los usan como nombres de pabellones, a Pedrito ya le colaron uno en Arico, pero por suerte nunca nos acordamos de ellos para nombres de calles, menos mal, porque seguro que es una historia vivir en la calle Sara Carbonero. ¿Cómo, que esta chica no juega al fútbol? Pues entonces no entiendo nada.

Ni en el avión

Cuánta paciencia, miércoles 14 de julio de 2010

Resulta que los móviles ahora se podrán usar ya en el avión. Qué desgracia. Los móviles son uno de los inventos más desastrosos de la historia. Tienen su parte práctica, pero se convierten en un elemento de control. En cierto círculos se va estableciendo ya la norma no escrita de no llamar a los móviles salvo a determinadas horas y determinados días. Es algo complicado, porque en el mundo moderno, ultra rápido, lo queremos todo y lo queremos ahora, y cuando mandamos un correo necesitamos que nos respondan al segundo, y si remitimos un SMS también la respuesta debe ser inmediata. Todos debemos estar disponibles las veinticuatro horas del día.

El problema es el habitual de la novedad, no tenemos sentido de la medida y todavía no tenemos establecido el protocolo habitual para según qué cosas. Miren por ejemplo, ahora parece que por fin ya no suenan móviles en lugares públicos tipo conciertos o exposiciones, aunque aún existe algún gilicuca que deja el móvil puesto. Pues con los correos y SMS y redes sociales varias poco a poco nos tiene que ocurrir lo mismo: que establezcamos un ideal de consulta. Lo que no tiene sentido es meterse en la sociedad de la información pero sin que nos toque. Hay gente que se vanagloria de no consultar el correo electrónico, a pesar de contar con una dirección. Entonces la mejor solución es que no lo tuvieras. Hay gente que lo consulta y no responde. En fin, hay mucho desastre hasta el punto de que, a estas alturas, todavía se publican artículos periodísticos para hacer un buen uso del correo electrónico y evitar malos entendidos.

Igual ocurrirá con los móviles en los aviones. Estaremos un tiempo sin saber cómo usarlos para no darle la tabarra al vecino de asiento. Pero lo peor de todo es que se perderá esa fabulosa excusa de “no recibí tu llamada porque estaba volando”. Aunque sigue siendo muy útil la otra de “me quedé sin batería”.

Y a mí que me gustaba Holanda...

Cuánta paciencia, lunes 12 de julio de 2010

Vamos a acabar el Mundial analizando las capacidades adivinatorias de un pulpo, que son tal elevadas como las de cualquier humano, y el beso de un chico a su novia, solo que el chico es el capitán de la selección, la novia es una reportera de televisión, y el beso fue en directo.

Hay otro elemento que convendría analizar, y es la enorme preocupación de los nacionalismos regionalistas españoles ante el auge de rojo y gualditos por culpa de la selección. Pobrecitos. Una nación es una realidad cultural, y a pesar de esa cosa llamada autonomías, España está unida por el gazpacho, el deporte y una generación que en los setenta y los ochenta creció ante la misma televisión. En fin, que andar justificando tanto las nacionalidades es un poco aburrido. En caso de dudas, estemos del lado de la felicidad, del amor, y del pulpo Paul, que mucho cachondeo pero el bicho siempre se come el mejillón acertado. La noticia triste del día es que Paul no llegará a la Eurocopa de 2012 porque, como sabrán ustedes, la longevidad del pulpo será escasa. Sería una idea preciosa que, antes de morir de viejo o de estrés, sacrificáramos al pulpo Paul y se lo diéramos de comer a Sara Carbonero e Iker Casillas en su banquete de boda. Luego imagínense el debate: que si habría que hacerlo a la gallega, que si mejor frito.

El tema es discutir. ¿Qué no? A estas alturas del mambo, después de estar toda la mañana viendo vídeos y leyendo crónicas y análisis del partido, resulta que varios jugadores neerlandeses se quejan por el trato arbitral en la final. Sí, oyen ustedes bien, después de ver varias coñas en forma de vídeo con la patada de Jong, uno tiene que leer esto. Eso demuestra que España no solo ganó por calidad de juego, sino por esa cosa llamada talante. Nadie entró en polémicas por parte de la selección roja, todos los dimes y diretes se arreglaron con juego, bueno, con goles, pocos, y con un precioso beso para la posteridad. Un pulpo, un beso, pero mejor que todo, un maleficio que nos quitamos de encima y que a ver si ayuda a perder más complejos.

Recuperando el tiempo perdido

Vaya, alguno que sigue este blog me dice que lo tengo abandonado. Es totalmente cierto. Me gustaría pulir más entradas, incluir más enlaces, hipervínculos, fotos, vídeos, olores y esas cosas tan 2.0, pero se hace lo que se puede.

Ahora mismo, recuperar las columnas pendientes de publicaciones desde julio hasta ahora. A mediados de aquel mes, cerramos columna radiofónica y la retomamos hace semana y pico, de ahí el vacío.

Cuánta paciencia, jueves 8 de julio de 2010

Vaya con el pulpo, resulta que va acertando. Igual que los nacionalistas. Conozco a varios que con cada partido de España, van en contra de España, o sea, que tienen una depresión importante. No deja de ser un estrés encontrarle simpatías a selecciones tan aburridas e insustanciales como Chile, Suiza, Portugal, Honduras o Paraguay, pero una de las grandes ventajas de este mundo es ir a la contra, al menos tienes el objetivo claro. Lo de ir a favor va según el tiempo. Si ahora la cosa pinta bien, es fácil, pero lo complicado es apoyar algo cuando nadie lo entiende. En esta vida moderna, por desgracia, lo sencillo es la negación continua, lo difícil es ser asertivo. Cuando alguien nos dice que algo no les gusta, nos parece que sienta cátedra, en cambio si afirma que tal cosa le gusta y le parece fantástica, pensamos que es un ñoño. Lo realmente complicado es dar argumentos a favor de algo. Criticar y hundir, los dos deportes nacionales, es de lo más sencillo.

En estos días hablamos un poco de los nacionalismos y el fútbol. Yo no me preocuparía bastante, ni en un sentido ni en otro. La gente luce banderas porque se gana, ya las guardarán cuando se pierda. No creo que la gente sea más cívica después de que se gane el mundial. La gente es como es, o sea, que mucho esplendor, pero poca acción. Por eso me gusta Pedro Rodríguez Ledesma, al que se empeñan en seguir llamando Pedrito, porque atesora algunos de los valores más destacados de una forma de ser canaria. Pedro es modesto, se centra en hacer lo suyo lo mejor posible y que los resultados demuestren su valor. Mucho cuestionaron su convocatoria en la selección y ayer demostró otra vez el gran talento que tiene como pelotero.

Como a tantos canarios antes, tiene que demostrar el doble de lo que vale para que muchos descubran lo bueno que es. En Canarias padecemos de eso, que nos vendemos fatal, al contrario que otras nacionalidades, que te sueltan un rollo, te dicen que son los mejores haciendo algo pero luego es todo mentira. En lo que te das cuenta del bulo, viven del cuento un rato. El señor Rodríguez Ledesma está creando su cuento sobre varias verdades, pero sobre todo encima de la parsimonia, la simpatía y el buen hacer. Y es por eso, queridos, por lo que nos gusta el fútbol, porque es un pibe que peloteaba en los solares de Abades, en el sur de Tenerife, y que está ahora haciendo tantas cosas grandes de forma calmada, sin filosofías, solo con magia. Ni más ni menos.