Cuánta paciencia, jueves 4 de marzo de 2010
Qué mal organizado está el mundo. Acaban de suspender de su puesto de trabajo a un controlador aéreo que se llevó a los niños al currele. El caballero no solo se los llevó, sino que dejó que sus hijos le dieran un par de instrucciones por radio a aviones que despegaban y aterrizaban. El asunto no debería ser muy preocupante porque a los propios pilotos que recibieron los mensajes el tema no les pareció en absoluto peligroso.
Curiosamente, en los ciento y pico comentarios de la noticia en el medio digital más leído del país, el tema genera más reacciones favorables al controlador implicado que otra cosa. Seguro que son padres de familia. Los padres de familia son esas personas que cuentan con hijos en edad escolar, hijos que acuden a centros escolares que se empeñan en ponerse de vacaciones justo cuando sus padres no se pueden tomar unos días libres. Así, en Carnavales, Semana Santa, en un mes y pico del verano y en Navidad, así como en el dichoso día del maestro, uno se tiene que buscar la vida con sus hijos. La alternativa está en, como dijo uno, casarse con un maestro o profesor, para que así coincidan las libranzas. Es otra manera de ver las relaciones de pareja.
Luego hay otro problema al que deben enfrentarse los padres: cuando pasa algo gordo y se suspenden las clases, pero no todo lo demás. Eso fue lo que ocurrió en Nueva York el pasado mes de febrero, el controlador se vio a los niños sin clases por una fuerte nevada, pero él sí que tuvo que acudir a su puesto de trabajo. Allí tenía al niño y para entretenerlo, lo dejó hablar por la radio. La polémica la monta otra vez la prensa. Resulta curioso, pero cada vez da más la sensación de que la misma prensa monta y desmonta polémicas, mientras que a los ciudadanos corrientes y molientes estos asuntos tan preocupantes se la traen sin cuidado. En algo nos estamos equivocando.
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