Cuánta paciencia, martes 23 de febrero de 2010
El sistema moderno de ayudas en un país democrático avanzado está preparado para todo, menos para los vagos. Vamos a ver, un vago con habilidad y con ganas de informarse sobre las diferentes ayudas que puede recibir, si se lo propone y tiene unas necesidades vitales mínimas, puede vivir del cuento casi toda su vida. Miren en Alemania, el caso de Arno Dúbel, lleva 36 años en el paro viviendo de las ayudas del estado germánico, y bastante orgulloso. Se hizo famoso en 2004 cuando celebró una fiesta por su trigésimo aniversario como parado. Por más que las oficinas de empleo alemanas le buscan un trabajo, el caballero no dura, se pone malo, es lo que por Canarias llamamos un flojo, un tipo sin sangre, y orgulloso de serlo.
En cualquier país civilizado abundan los especímenes así; en Canarias los tenemos a espuertas con una actitud similar, enganchan tal paga con tal otra, trabajan lo mínimo para garantizarse el desempleo y lo mínimo para asegurarse de que jamás les renovarán el contrato, y viven tan ricamente, en casa de sus padres y con lo suficiente para unas cervezas y unos cigarritos el viernes por la noche. No solo lo hacen, sino que te lo dicen.
Por eso digo que cualquier estado de derecho, a pesar del capitalismo que nos invade, tiene que buscar mecanismos que den un espacio para estos vagos, para esta gente floja cuyo fin en la vida no es trabajar, sino todo lo contrario. Es complicado, porque habría que buscarles un medio de vida sin que los currantes, que con nuestros impuestos pagamos sus vicios, sintamos que hacemos un poco el ridículo al mirar las retenciones de la nómina. Podríamos liquidarlos en un campo de concentración o al estilo Mossad, pero la sociedad no puede prescindir de estas personas, porque siempre hará falta alguien para dar la tabarra desde una barra del bar, para dar indicaciones a los obreros en las obras y para contar con ese amigo que puede salir de marcha cualquier día de la semana. Y sobre todo, necesitamos esas personas para darnos cuenta de que todo este rollo de trabajar y trabajar, a lo mejor es una gran mentira.
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