miércoles, 21 de octubre de 2009

La cola del hambre

Cuánta paciencia, martes 20 de octubre de 2009

Pues resulta que ahora van a quitarle el pan de la boca a los periodistas. Les explico. Si hay algo que tira hoy en día en las redacciones es contar estas historias de parados, mostrando esas colas en las oficinas y esas historias de familias que no tienen que llevarse a la boca. En muchos casos son historias ciertas, pero en otros casos, la gente viviría fantásticamente encadenando pagas y subsidios. Qué le vamos a hacer, la vida es así, está llena de dobleces y aunque a los periodistas nos encanten las historias de penuria y pobreza, la realidad es bastante más plana.

Pues eso se acaba, chicos, porque el ministerio de Trabajo resulta que acaba de descubrir que existe la internete y va a montar una web donde la gente haga sus trámites y no tenga que despertarse a las seis y media de la mañana para hacer una cola en la oficina de turno para que la atiendan a las diez, y sin un mal cortado en el estómago. Les confieso que hasta el otro día, uno pensaba que las administraciones públicas no ponen sus principales gestiones en Internet simplemente para no encontrarse con la papeleta de tener que echar a algo así como un millón de empleados públicos a la calle. Pero resulta que no, que poco a poco lo van descubriendo, casi a patadas en la boca. Usted puede pedir créditos, hacer transferencias, comprar billetes de avión, sacarse incluso tarjetas de embarque, ligar con la peña y cambiarle la enciclopedia de la segunda guerra mundial por un casco de marine usado en Guadalcanal a un señor de Oregón, Estados Unidos. Pero usted no puede sacarse un certificado de residencia corriente y moliente en la web de turno del ayuntamiento de turno, salvo contadas excepciones, o simplemente llevar adelante unas gestiones elementales.

Es lógico, el gran ejército de los funcionarios necesita ocupaciones, y su ocupación es mover papeles para todas partes. En pleno siglo XXI, cuando todo empieza a ser virtual, nos mantenemos estancados como un país adicto a la burocracia, al subsidio, y a la historia lacrimógena de la cola del paro. Pero oigan, parece que todo eso se va acabando. Ya era hora.

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