Cuánta paciencia, martes 19 de enero de 2010.
Se vive una ola de indignación por las medidas de la Universidad de Sevilla para regular el tema de las chuletas. En realidad, se regula la manera como debe actuar el profesor en caso de encontrarse con alguien que copia. El asunto básicamente es que el alumno, por muy copión que sea, puede terminar el examen y una comisión es la que investiga si se copió o no. Tiene su lógica, porque hasta ahora los alumnos dependían solo del profesor sin margen de error, y ahora se busca respetar más sus derechos.
Los mismos profesores de la Universidad de Sevilla dicen que están muy indignados con la idea. Pero esto es como lo que le decía la pasada semana de los apuntes; lo raro es que a estas alturas, con toda la información a golpe de click, aún se sigan haciendo exámenes donde se pueda copiar con chuletas, o sea, exámenes de esos de escribir mucho pajullo y donde aprueba el que más se parezca a los apuntes originales, o sea, exámenes que piden chuletas a gritos. Hay profesores y asignaturas con tanto temario, tantas preguntas en los exámenes y tan poco tiempo para escribirlos, que a veces saca mejor nota no el que mejor retentiva tenga, sino el que escribe más rápido.Además, no deja de ser anacrónico en este mundo digitalizado que todavía se realicen a estas alturas exámenes de papel y boli, pero ahí está el gran dilema de la universidad actual, que en pleno siglo XXI vive como si todavía estuviera en los tiempos de Fray Luis de León.
Pero miren cómo la universidad de resiste y la manera en que se escuchan quejas sobre cualquier manera de modernización, plan Bolonia incluido. Es todo al revés, la noticia no es que se controle el tema de las chuletas poniendo el acento en los derechos del alumno, que es lo mínimo, la gran noticia sería que por fin se planteen un modelo educativo donde esos exámenes de memorizar, largar el rollo, o copiártelo, y olvidarlo al día siguiente sean cosa del pasado.
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