Cuánta paciencia, miércoles 20 de enero de 2010.
Todo intento de avance se encontrará con una reacción en contra. Pero la modernidad tiene sus riesgos, y más cuando se tropiece con el carnaval. Miren lo que está pasando en Santa Cruz de Tenerife, sin que se dijera cuándo iban a salir a la venta las entradas de la famosa final de murgas, ya había gente acampada ante la taquilla del Centro Internacional de Ferias y Congresos desde el pasado lunes.
Después de años de quejas, se planteó la solución drástica de poner las entradas a la venta solo por Internet. Lo que funciona para U2 y para el Festival de Benicàssim debería servir para la final de murgas de Santa Cruz de Tenerife, pero no. A pesar de todo, se formó la fila de casetas de campañas de personas que dicen no disponer ni de Internet ni de tarjeta de crédito, pero sí del suficiente tiempo libre como para estar casi una semana haciendo cola. Esa semana la podrían dedicar a muchas cosas, como buscar una manera de contar con Internet para asegurarse la compra de la entrada, pero no.
Salomónicamente, el ayuntamiento decidió poner a la venta 3.000 entradas en la taquilla, frete a otras cinco mil que saca en Internet. Y ahí sigue la fila de casetas. La decisión del ayuntamiento es acertada, no por poner las entradas a la venta en taquilla, sino por primar el avance y la comodidad de Internet frente a esa entelequia de hacer cola durante varios días ante una taquilla, porque tampoco puede ser que desde un ayuntamiento, y con la excusa de la final de murgas de turno, se prime la ociosidad, casi la vagancia, o mejor a esos románticos ciudadanos que a estas alturas se permiten vivir sin saber cómo funciona Internet y sin poseer una tarjeta bancaria. No sé si son unos locos o unos trasnochados.
1 comentario:
Totalmente de acuerdo, Job.
Otro comentario se merecen (bueno, más bien se merecía) las colas de las entradas para el Tenerife. Como me coge de camino al trabajo, solía pasar todas las mañanas por delante para ver las caras de esos que constantemente son tratados como pseudohéroes por muchos periodistas de ondas locales. Más de uno acampaba una vez finalizado el partido para ser de los primeros en comparar unas entradas que salían a la venta días más tarde. Lo más chocante, en el Puerto de la Cruz no puedo tomarme tranquilamente unas cervezas en la calle sin estar en un bar, mientras que puedo estar toda la noche en Santa Cruz acampado delante del estadio haciendo lo que me dé la gana.
En fin...
Un abrazo
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