martes, 2 de marzo de 2010

Todos con Marichalar

Cuánta paciencia, jueves 11 de febrero de 2010.

Lo que está ocurriendo con Jaime de Marichalar no tiene nombre. En cualquier país serio, en cualquier democracia exigente, se pedirían responsabilidades por el maltrato público a este caballerete.

Primero lo quitan de todas las fotos oficiales porque se divorcia de la Infanta de Limón, luego le retiran el título nobiliario, conde de no sé qué, en una fantástica demostración de lo que hay que hacer en España para convertirse en noble, que no es otra cosa que dar un braguetazo. Hay instituciones insostenibles que en cada decisión demuestran su condición absurda, en España tenemos dos de ellas: monarquía e iglesia, dos de los más antiguas.

Lo siguiente para el señor Marichalar fue que le retiraron la estatua de cera del museo de Madrid. Hay pocas cosas más espeluznantes que un museo de cera, hasta el punto de que se hizo una película de serie B al respecto que ahora es objeto de culto, ‘Los crímenes del museo de cera’. Todas las figuras de cera son más feas que los originales, salvo en el caso de Marichalar, que salió favorecido, y lo raro es que no haya elevado una queja porque le quiten la estatua donde sale guapo.

Pero toda esta sucesión de agravios sin respuesta tiene un inicio, un punto de partida que muestra las grandes exigencias que tu patria, eso en lo que se sustentan las monarquías. El primer abuso cometido con el señor Marichalar fue conseguir que se casara con la Infanta Elena, oigan, eso sí que fue duro.

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