Cuánta paciencia, miércoles 14 de julio de 2010
Resulta que los móviles ahora se podrán usar ya en el avión. Qué desgracia. Los móviles son uno de los inventos más desastrosos de la historia. Tienen su parte práctica, pero se convierten en un elemento de control. En cierto círculos se va estableciendo ya la norma no escrita de no llamar a los móviles salvo a determinadas horas y determinados días. Es algo complicado, porque en el mundo moderno, ultra rápido, lo queremos todo y lo queremos ahora, y cuando mandamos un correo necesitamos que nos respondan al segundo, y si remitimos un SMS también la respuesta debe ser inmediata. Todos debemos estar disponibles las veinticuatro horas del día.
El problema es el habitual de la novedad, no tenemos sentido de la medida y todavía no tenemos establecido el protocolo habitual para según qué cosas. Miren por ejemplo, ahora parece que por fin ya no suenan móviles en lugares públicos tipo conciertos o exposiciones, aunque aún existe algún gilicuca que deja el móvil puesto. Pues con los correos y SMS y redes sociales varias poco a poco nos tiene que ocurrir lo mismo: que establezcamos un ideal de consulta. Lo que no tiene sentido es meterse en la sociedad de la información pero sin que nos toque. Hay gente que se vanagloria de no consultar el correo electrónico, a pesar de contar con una dirección. Entonces la mejor solución es que no lo tuvieras. Hay gente que lo consulta y no responde. En fin, hay mucho desastre hasta el punto de que, a estas alturas, todavía se publican artículos periodísticos para hacer un buen uso del correo electrónico y evitar malos entendidos.
Igual ocurrirá con los móviles en los aviones. Estaremos un tiempo sin saber cómo usarlos para no darle la tabarra al vecino de asiento. Pero lo peor de todo es que se perderá esa fabulosa excusa de “no recibí tu llamada porque estaba volando”. Aunque sigue siendo muy útil la otra de “me quedé sin batería”.
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