Cuánta paciencia, viernes 17 de septiembre de 2010
Hay cosas intolerables y que demandan de una rápida reacción que, desde esta tribuna, no vemos que se produzca por ninguna parte. Nuestro gobierno autonómico, nuestro presidente, están dormidos en los laureles del poder y son incapaces de atender peticiones de la ciudadanía canaria que son un clamor, un grito que desde la cúspide del poder no se oye.
Tampoco los intelectuales de las islas reaccionan por el atropello, y esta claro que no podemos seguir así, viendo pisoteado y mancillado el nombre de las Islas por dondequiera que vamos. Hay una idea equivocada de este archipiélago canario, un tópico absurdo sobre la forma de ser del isleño. Toda esa patraña de que somos aplatanados, y eso peor de que somos simpáticos y afables. Acabemos con ese mito, porque los canarios tenemos mucha mala leche, y ese enfado es duro y directo cuando se da a conocer.
No queremos que nuestra demanda se quede en el negro sobre blanco del papel, ni en un ruido sobre las ondas de radio. Queremos que se haga efectiva, que de una vez se nos escuche. Es hora de dejar de lado esa objetividad y esa contemplación que, dicen algunos, debemos mantener como medio de comunicación público. No, desde aquí decimos que no, y animamos a todos los canarios para que hagan suyas nuestras exigencias. Es la hora de actuar. Resulta que la macrodiscoteca de Águilas, un pueblo del territorio peninsular, pasa de llamarse La Meca, ante las quejas de la comunidad musical, y resulta que ahora se denomina La Isla. Y eso no puede ser, como tampoco puede ser que la España invasora esté llena de bares que se llaman Teide, Tenerife, hoteles Canarias y demás tonterías. Un respeto, oigan, un respeto.
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