lunes, 20 de septiembre de 2010

Un capirote mejor

Cuánta paciencia, jueves 16 de septiembre de 2010

El sistema económico es un todo en constante alimentación. Si las instituciones públicas, por ejemplo, deciden suspender las cenas de Navidad para sus trabajadores, como hicieron el año pasado y harán de aquí hasta el fin de los días, resulta que los restaurantes dejan de cobrar, estos le dejan de pagar a sus empleados y proveedores, y así un largo etcétera.

Igual ocurre con los desayunos y cafeles que se toma el trabajador medio español y canario en cualquier día laborable. Si se nos ocurriera cercenar ese derecho no escrito del asalariado, acabaríamos con una red de bares y cafeterías, que a su vez sustentan otra red de distribuidores, hasta llegar a la conclusión de que el mercado del café se iría al garete. O sea, que no nos extrañe que la simpática afirmación del diputado del Común, Manuel Alcaide, de poner un uniforme al funcionario para que se note cuando sale a desayunar o tomar café y que todo el mundo lo señale con el dedo, menos los mancos, quiero y no puedo, esta rimbonbante declaración que hoy es portada en todos los periódicos, afecte de manera directa al precio mundial del café, que seguro que se está desplomando. Porque, ¿qué sería del mercado mundial del café sin el barraquito, el saperoco y el cortado medio canario?

Pues Alcaide se quiere cargar esa realidad, así como la particular idiosincrasia del currela canario, el único del mundo que sale de su casa sin desayunar porque “nada más levantarme, es que no me entra nada”. Esta particularidad del asalariado isleño está en pleno proceso de estudio por endocrinos de todo el mudo.

Pero vayamos más allá, porque aquí no se escaquean solo los funcionarios. Más que un uniforme, le podríamos poner a cualquier curran un capirote de diferentes colores, azul para funcionarios, con tonos variados según la institución a la que pertenezcan, amarillo para trabajadores de empresas privadas, naranja para las personas de baja laboral, y los liberados sindicales… Espera, los nuevos chivos expiatorios que lleven una sirena en la cabeza, para que los tengamos fichados. Aquí no escapa nadie.

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