La mejor noticia de la semana por ahora es el anuncio de Trinidad Jiménez, la autora del Trinimaratón, de que se va a prohibir fumar en cualquier lugar público, sobre todo en locales como bares, restaurantes y demás espacios de ocio y humo. Bien, ministra, bien. Rajoy, que es fumador de puros, según muchas crónicas, incluso en su despacho de trabajo, lo que lo convierte en una persona ilegal, ya reaccionó: “Al final, el que fume se va a tener que ir al Océano Atlántico”. Rajoy es así, en la campaña se inventó la niña y dijo que él estaba con la gente que se despierta cada día a las seis de la mañana, pero resulta que Mariano se levanta a las ocho, o sea, que menos apoyar y más predicar con el ejemplo, que son dos horas de diferencia.
Todos los no fumadores estamos contentísimos con las medidas antitabaco. Es sencillo, no hay nada peor para alguien que aborrezca el tabaco que le obliguen a fumar y que le hagan que toda su persona apeste a cigarrillo. El tabaco es así, hediondo, apestoso e invasivo. Si el fumar no echara humo, a los no fumadores nos importaría un pito que la gente hiciera el idiota metiéndose humo en los pulmones. Pero resulta que fumar huele, más bien apesta, y pagamos todos las consecuencias del vicio de unos pocos.
La medida no es extrema, es justa y bastante democrática, pero a ver cómo la van a aplicar porque si hay personas pesadas, adictas e insistentes, esas son los fumadores. Y no se preocupe, porque todos los fumadores están convencidos de que son personas educadas, que controlan su vicio y que hasta piden permiso para fumar, ja, ja. Pero ministra, estamos contigo, a ver si conseguimos que todos los fumadores se vayan al Océano Atlántico y sí, también Rajoy, también Rajoy.
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