lunes, 28 de septiembre de 2009

Dos tazas de baile

Crónica Costa de Músicas, sábado 26 de septiembre de 2009.

Si lo decía en la crónica del Costa de Músicas 2009 edición sábado: tú preocúpate por el directo, que para hacer música que emocione hay que tener algo más. Quizá me dejo llevar por la endogamia, lo contrario a la endofobia, cuando analizo el Costa de Músicas en su cuarta edición y me quedo con la idea de que los únicos grupos que me dijeron algo, que fueron capaz de estructurar un discurso musical por encima de las imposiciones del público bailongo festivalero, fueron los dos canarios: Zürych y, sobre todo, The Good Company.

Se defiende fácil la postura Ledesma. El sábado, hubo dos tazas de lo que les conté para el viernes: grupos efectivos para el directo pero de los que corría siempre la misma opinión entre los que saben algo de esto de la música: “Divertidos, pero no me compraría un disco de ellos”.

En ese tramo efectista de la música en vivo ejecutaron un máster La Selva Sur, otra banda multitudinaria, en personal sobre el escenario y en estilos del repertorio. Suenan ensayados y perfectos, pero musicalmente son un páramo: fiestita y vacío a partes iguales ahora, impecables en la parte técnica y en la intención por montar la fiesta.

La principal decepción de la noche fue la de Kokolo Afrobeat Orchestra, otra demostración más de las limitaciones geográficas de la música. Por mucho que lo intenten, y por muy multinacional que sea la propuesta, un grupete de neoyorquinos haciendo afrobeat no deja de ser un grupete de neoyorquinos haciendo afrobeat. Perfectos repentizadores, correctísimos en todo pero sin ese pulso sudoroso y alocado que le inyectaría ocho negrales de Nigeria haciendo justo los mismos temas.

El imposible geográfico de la música de nuevo se manifestó como Mo’ Horizons. Estos son más espabilados porque cuentan con un par de productores competentes que practican el sabio arte del saqueo escondido en la sampledelia fina. Cuando occidentalizan la salsa saben a croqueta ultracongelada (que ni es croqueta ni es ná), pero luego se descuelgan con un bugalú impecable. Mejores en la parte más negroide del experimento, graciosillos y punto en el lado salsero.

La crónica de Cycle podría hacerse sacando frases del resto de los grupos: también eficaces saqueadores y deliciosos oportunistas, pero aprendiendo lecciones. David Kano tiene en su haber dos de los experimentos musicales más insufribles de España, los propios Cycle y los inaguantables Krakovia, que es como Cycle pero en rock. Ahora, el caballero aprende y en el nuevo trabajo del grupo consigue sonar moderno sin pecar de aprovechado. Incluso su directo se hace más eficaz gracias a unas bases mejor trabajadas sobrecargadas de gordura en los bajos. Cerraron escenario con la gente vuelta loca y como bien dijo una del público: “Ya pueden estar tocando hasta las siete de la mañana que nosotros seguiremos bailando”.

Dejo para el final a The Good Company porque fueron el único grupo en todo el festival que se salió del guión, pero es que ellos ya son así. Intensos, emocionales, delicados, incluso introspectivos. Una rareza para la música alternativa, tanto canaria como española. Su tendencia de hacer los temas algo largos no oculta que saben cómo montar una canción para hacerla aún más bonita. Ahora están en plena fase de relanzamiento de su primer disco, y sería una injusticia que no recibieran la atención que merecen.

Costa de Músicas cerró su cuarta edición con un enorme éxito de público y consolidado como un festival que sabe ofrecer propuestas diferentes sin perder de vista la diversión como eje.

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