Costa de Músicas, viernes 25 de septiembre
La separación entre el disco y el directo es un terreno vacío donde muchos grupos se mueven buscando el beneficio propio. Bandas que no soportarías en CD (o en MP3 o en streaming o en lo que ustedes pirateen) te alegran una noche de festival, si suenan en el momento adecuado.
En la primera entrega del Costa de Músicas se manifestaron varios de estos ejemplos, con victoria para los grupos con discursos musicales planos, cuando no directamente anodinos, que prefieren dedicar el talento a exprimir los trucos de la actuación eficaz y epatante para la masa con ganas de diversión.
Zürych son del banquillo contrario. Si en su anterior trabajo sonaban poperos, incluso blanditos, sobre la tarima se aúpan en el amplificador de válvulas y la distorsión de toda la vida para acercarse más al power pop. Son una grandísima noticia, demasiado tiempo oculta en su Lanzarote natal. Un directo impecable sobrecargado de grandes canciones bien trabajadas, una calidad instrumental descarada y sobre todo, el dinero que se nota en los equipos, porque muchos niñatos aún no saben que la clave para que una guitarra suene bien a veces se queda en tener una buena guitarra, un buen ampli y unos buenos pedales; y luego queda la habilidad con el acorde. Con temas como el ‘Vámonos’ que cerró su actuación, adelantan un disco próximo disco que va para obra definitiva del pop de guitarras canario. Lástima que la fuerza escénica que se quede en su fantástico vocalista.
Luego fue el turno para Silvia Superstar, cada vez ante más público en un Costa de Músicas que regresó a su ubicación tradicional, en un aparcamiento junto a la playa de Bastián, en Costa Teguise, Lanzarote. Silvia emplea sabiamente las herramientas de la seducción y el pavoneo neo pin up para engatusar a la audiencia masculina, pero también cuenta con poso musical. Su intención de mezclar rock sucio con electrónica despierta la atención gracias a lo bien que prepara sus canciones para ganar la confianza del baile, aunque se pierde en un inglés guachiguachi bastante insufrible. Respaldada por dos componentes de The Blows (gran banda que se define en lo que me comentó su guitarra en el camerino: “Es que los de Vigo somos la ostia”), su directo es divertido y seductor, tal y como se espera de ella.
La gente fue el viernes al Costa de Músicas a ver a La Excepción, un grupo en boga gracias a la presencia masiva de El Langui, que si programa de radio, que si libro, que si película, un no parar lo de este muchacho. Directo divertido, aupado en el meneo constate del Gitano Antón, grandes éxitos para el final y público contento.
Empezaron entonces los ejemplos de discurso musical simple superados por la efectividad en directo. Mamba Beat es un grupo que está bien para programar a ciertas horas en festivales para público chola: ese que acude a mover el cucu sin demasiadas veleidades emotivas. Son un auténtico camelo, una imposible banda bilbaína que quiere ser afrobeat y neo funky pero sin guitarra, un total disparate. Su directo bien trabado oculta para los bailones alcoholizados su desastre conceptual, un desaguisado que se resume en su presunto homenaje final a Celia Cruz: hay orquestas de verbena peninsulares que tocan salsa con más dignidad. De nuevo se confirmó la imposibilidad geográfica: no se puede ser sabroso si eres de Bilbao, al menos musicalmente que otro cantar son los pintxos.
Esa misma distancia entre propuesta musical e intensidad en vivo se produce con La Phaze. Su estilo huele más que el sobaco de un encofrador: un poquito de drum’n bass por aquí (o sea, Asian Dub Foundation a tope), otro poco de rock contestatario (o sea, Rage Against the Machine, que los de Morello no tienen culpa de la nefasta influencia que dejaron en la música popular), y cuando esperas que van a tocar un reggae, lo hacen calcando líneas melódicas de Bob Marley. Lo curioso es que se ganan al respetable por su credibilidad, por la calidad de sonido que siempre se asocia a los proyectos franceses (tienen buena escuela) y porque siempre mola ver a un gabacho parloteando letras en franchute que si las entendieras, seguro que te entraba la risa por los topicazos y los lugares comunes.
Como es habitual en el Costa de Músicas, diez en organización y un once para el buen ambiente.
2 comentarios:
No tienes ni puta idea. Amargao.
Uyyyyy, qué profundidad de análisis, qué capacidad crítica, qué intensidad psicológica... Anonadado estoy, anonimado.
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