martes, 13 de octubre de 2009

'Cuánta paciencia', viernes 9 de octubre de 2009.

‘El Jueves’ se edita en Canarias. Pero se esconde detrás de la portada de ‘El Día’. Había numerosas dudas sobre la solvencia intelectual de los responsables de este periódico, dudas gratamente despejadas con la inenarrable portada de este viernes, un cántico a la libertada de la nación guanche canaria con una foto bastante fea de un canario, símbolo de la provincia de Las Palmas por si no lo saben, y una escena, más tétrica que bucólica, de unos guanches haciendo algo con unas piedras.

Hay muchas maneras de entender la historia, una de ellas es entenderla como mejor le convenga a uno. Por ejemplo, un nieto de Stalin acaba de demandar a una revista rusa por difamación. Esta publicación no tuvo otra idea que decir que Stalin ordenó fusilar a varios compatriotas. Claro, eso es falso, y los centenares de millones de soviéticos muertos durante la dictadura de Stalin, en realidad se quitaron la vida por su líder o algo así. Los GULAG eran centros de vacaciones y las depuraciones, unas cosas que se hacían para que el agua estuviera más buena. Hay quien dice que Canarias fue una vez una nación guanche, pero claro, los guanches, anclados en la edad de piedra, no tenían manera de poner en comunicación a un guanche del norte de Tenerife con otro del Sur,a no ser que se pegara una buena caminata. Y no les digo ya conectar a un habitante prehistórico de Lanzarote con uno de El Hierro. En el año 1300 y pico no existían Internet, ni el Facebook ni el Tuenti ni estas fabulosas herramientas de la modernez, fabulosas para ligar, para estar en contacto con las personas que quieres y también para ver cómo ese tipo que ni te saluda, resulta que se quiere hacer amigo cibernético tuyo, rarísimo, oiga.

Estas cosas del Internet 2.0 son también una fabulosa manera de tomarle el pulso a la actualidad, de ver cómo la gente reacciona con solidaridad cuando le tocan la fibra sensible, y como también es capaz de mondarse cuando le ponen por delante tema para ello. Como los ministros que alcanzaran a tener hoy entre sus manos la portada de El Día. Lo único que les puedo decir es que lo siento mucho por los periodistas serios que trabajan en esa casa, periodistas que saben que no de los grandes errores de la profesión es precisamente usar la profesión en beneficio de batallitas personales que nadie entiende, nadie apoya pero de las que todo el mundo se descojona.

No hay comentarios: