viernes, 16 de octubre de 2009

El coraje de la rectificación

'Cuànta paciencia', jueves 15 de octubre de 2009.

Tres de periodistas. Primero, los deseos de Santa Maradona para todos los plumillas. Maradona, clasificado para un Mundial en el que su selección argentina no hará nada, está subido. Para variar, insultó a los periodistas. Es una práctica común. Maradona no puede insultar a cada uno de los aficionados al fútbol que le piden que no haga más el ridículo y que su selección practique el juego bonito que ahora resulta que garantiza títulos. Pero la práctica de insultar al periodista es antigua, y en el mundo del deporte, muy extendida. Los seres humanos soportamos muy mal que nos digan que nos equivocamos. Así de simple. Los periodistas basamos buena parte de nuestro trabajo en decir que alguien se equivoca.

Segunda de periodistas. En el Reino Unido se estrena un documental ‘Starsuckers’. Es del palo moderno: o sea, los autores se convierten en protagonistas. Ahora el tema va de que el director y los guionistas de ‘Starsuckers’ engañaron a periodistas de varios diarios sensacionalistas británicos con noticias falsas. Solo los periodistas del ‘Daily Mail’ no cayeron en la trampa, todo un detalle. El resto publicó alegremente tonterías como que a Amy Winehouse le ardió el pelo. La polémica está servida porque los periodistas no cumplieron con su cometido de contrastar la información, pero dado el nivel más bien estúpido de muchas de las falsas noticias, lo raro es que perdieran el tiempo contrastando. Internet por desgracia permite publicar al segundo cualquier información, por muy chorra, estúpida o falsa que sea. Eso mismo vale para las opiniones. Así que cuidado primero con el exceso informativo de Internet, y segundo con los periodistas que no se molestan, pero cuidado también con la tontería informativa.

Tercero de periodistas. Por esos peligros de Internet, un columnista tinerfeño tuvo que publicar una columna entera desmintiendo otra columna entera basada en una información falsa que vio en la red. El columnista mencionado no se caracteriza por su profesionalidad ni credibilidad pero oigan, menudo valor para hacer el ridículo en estos tiempos donde no paramos de buscar argumentos para darle en la cabeza a aquellos a quienes no aguantamos.

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