'Cuánta paciencia' miércoles 14 de octubre de 2009
Dicen las crónicas que Ricardo Costa lloró cuando supo de su destitución temporal de todos sus cargos públicos. Cuánta sinceridad, y también qué buen juego por parte del PP. Ya tienen su cabeza de turco y salvan al mentiroso Camps, pero a ver si el señor Costa, cuando se recupere de sus lágrimas, empieza a largar por esa boquita y la lía bien gorda. De paso, resulta que Jaume Matas, que fuera presidente de la comunidad de Baleares, está imputado en otro caso de corrupción. Entre una cosa y otra, este comentarista no puede menos que decirles lo de siempre: a ver si inventamos ya el sistema político donde no haya políticos. O desarrollamos un sistema operativo que decida por nosotros, o elegimos a una serie de fulanos para el cargo con la amenaza de que si meten la pata, los ejecutamos. Meter la pata no es gestionar mal, que ya es metedura de pata, sino simplemente aprovecharse de lo público en beneficio propio, como estos jetas.
Pero el político abusa de lo público, abusa sobre todo de su capacidad por montarse leyes y tocarnos un poco más las narices a los ciudadanos. En una sensación un tanto confusa. Por una parte, los políticos hacen bien en desconfiar del ser humano porque es cierto que no tenemos arreglo, que si no se prohíbe fumar en lugares públicos todo el mundo fumaría en lugares públicos, y que solo bajan los accidentes de tráfico cuando se mete en la cárcel a los infractores. Pero, ¿quién controla entonces a los políticos en su desconfianza? Porque si ellos desconfían de nosotros hasta el punto de tupirnos a leyes y normativas, nosotros deberíamos desconfiar de sus leyes porque, al fin y al cabo, ellos también son humanos. Y si no, miren a los diputados regionales, que les van a limitar el gasto de móvil a 70 euros al mes.
Esa desconfianza contra el afán regulador de los políticos llega con otra noticia: en Cataluña resulta que van a prohibir la ‘happy hour’ en los bares, o sea, el dos por uno porque incita al consumo de alcohol. A los bares se va a consumir alcohol, pero ellos, nuestros desconfiados políticos, parece que no lo saben. Como cada vez parecen no saber nada, o saberlo todo.
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