Cuánta paciencia, miércoles 18 de noviembre de 2009
Sigo mirando una de las latas de atún que tengo en la alacena mientras me pregunto si merece la pena tanto rollo. De paso, como este mundo es tan grande, me entero de que pesqueros como el Alakrana se están llevando pingües beneficios de lo que capturan en las cosas de Somalia con artes de pesca irregulares, así que ya tenemos el círculo completo, el mismo que se cierra cuando se ve a una de las familiares de los pescadores retirando una pancarta de apoyo a los chicos ubicada justo al lado de otra pancarta en apoyo de los presos de ETA. Qué de matices tiene la realidad.
Es conveniente estar pendiente de los matices. Miren a Mario Pons, que no es otra cosa que concejal en Alcoy. El caballero, en plan esto puedo hacerlo yo, decidió impartir él mismo un curso de defensa personal para mujeres. El tal Mario, que sabe taek-wondo, dio la solución definitiva para hacer frente a un intento de violación. El asunto consiste en relajarse y dejarse llevar, y cuando el violador estuviera ensimismado, tirarle del cinturón y bajarle los pantalones, así la víctima puede huir y el violador, presa del efecto pingüino, no puede correr. Otros de los hallazgos del tal Mario son que las mujeres lleven puños de hierro para hacer frente a las posibles agresiones y que hagan acopio de tranquilizantes para metérselos en el café a sus maridos violentos.
Ustedes pueden creer que yo les di ya todos los detalles de la noticia, pero no, porque según dicen las informaciones, el tal Mario, mientras explicaba la técnica del cinturón y el pingüino, se quedó en calzoncillos ante su audiencia femenina. No sé, se me ocurren formas más sutiles de ligar o de mostrar las vergüenzas, incluso maneras más pedagógicas de enseñar defensa personal. Lo que me cuesta encontrar es maneras más directas de hacer el ridículo. Todo esto, como siempre, causaría mucha risa si no estuviera de por medio la violencia de género.
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