Cuánta paciencia, martes 17 de noviembre de 2009.
Lluvias torrenciales y concentradas, más o menos lo que dicen las predicciones sobre la evolución del clima, más o menos para que no perdamos de vista el tema del cambio climático, que parece que nos tenía como despistados. Unas cuantas lluvias torrenciales y todo se va al garete porque todo está mal construido y no se respetan las antiguas vías de agua, es que la gente aparca encima de las vías de agua. Pero mientras se pierdan coches y las lágrimas sean por unos cuantos enseres mojados, mejor. Hace tiempo, en Santa Cruz de Tenerife algunas personas murieron porque intentaron rescatar su coche de un aluvión parecido. Por mucho que nos guste conducir, un coche no merece la pena una vida.
A todas estas, la lluvia pasa de Tenerife y a Gran Canaria y ocurre exactamente lo mismo. Algunos hablan de imprevisión, pero es que incluso las lluvias obligan a escribir y opinar sobre la lluvia. Recuerdo que en esta propia radio, en una tertulia, el periodista introdujo la noticia de un accidente de tráfico y un tertuliano le respondió: “¿Me vas a hacer que opine sobre un accidente de tráfico?”. Otro tertuliano, más profesional, dijo cuatro majaderías, que es lo que se nos pide a los tertulianos, y cubrió el expediente demostrando que se puede opinar de lluvias y también de accidentes de tráfico.
A todas estas, España incentiva el empleo, pero en Somalia y como pirata. Dentro de poco, en las latas de atún vendrá un aviso de “peligro, contenido suicida”. No sé si merece la pena tanto rollo y tanto riesgo por una lata de atún en aceite. Y a todas estas de nuevo, el editorial de El Día de hoy habla sobre el disparate de decir que Canarias es España, un fantástico y disparatado toque de atención para recordarnos que seguimos en Tenerife.
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