Cuánta paciencia, viernes 19 de marzo de 2010
Sale un aviso para que suban un poco el pedal con los denunciantes del llamado Caso Kárate, que los medios de comunicación dejen un poco en paz a las presuntas víctimas, que la cosa está muy cargada. No es nuevo, ya pasó con las víctimas del accidente de Spanair en Barajas, aquel avión que viajaba con destino a Gran Canaria. Las familias de las víctimas no supieron cómo sacarse de encima tanto agobio. Y vemos fotos en primera página del famoso Torres Baena y conviene acordarse del caso de Diego Pastrana, que pasó de tener mirada de asesino a ser un acusado de mentira. Las pruebas con Torres Baena son excesivas pero como es habitual, siempre hay que pedir un poco de calma, toda vez que el juicio aún no se celebró ni hay sentencia en contra.
Unos dicen que se muere el periodismo, otros dicen que el periodismo debería manejarse con un poco de calma. Como siempre, esperando el término medio nos damos cuenta de que hay que contar la noticia, pero que hay muchas maneras de dar la noticia. Sobre todo hay maneras de dar la noticia pesando en dos intereses. Por una parte, el público quiere saber, aunque no sé si queremos saber todo el lujo de escabrosos detalles sexuales que se publican en el famoso sumario del Caso Kárate. Por otra parte, está el respeto a unas víctimas que ya tienen bastante con lo suyo.
Una vez más, el Caso Kárate pasará al olvido de los medios, ahora estamos más pendientes de la calima. El trabajo del periodista tiene un lado amargo, es esa sensación de estar aprovechando fragmentos de la vida de otras personas, muchas veces las partes más crudas, para hacer el trabajo periodístico atractivo, no sé si el mejor, pero sí el que todos ustedes quieren ver, leer y oír. Hay veces que sabes que en lugar de ayuda, buscas el dato esencial y que mañana pasarás a otra cosa. Pero de vez en cuando, los cadáveres del periodismo aparecen, y no siempre se trata de una pesadilla.
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