Cuánta paciencia, viernes 22 de abril de 2010
Oh, el día del libro, ese artefacto con el que no nos aclaramos. Yo eso de las campañas de lectura nunca lo entendí, sobre todo teniendo en cuenta que vivimos en la sociedad más lectora de la historia. La gente lee muchísimo. ¿Cómo se comunica la gente en las redes sociales? Escribiendo y leyendo. Encima, las encuestas revelan que los jóvenes de ahora son los que más leen de la historia. Leen historias de vampiros y de magos, y de ahí pasarán a leer otra cosa porque leer es divertido, que no nos vengan con historias.
Somos la sociedad que recuperó la escritura por culpa del Facebook, y precisamente a causa de los chats y los correos electrónicos, nos damos cuenta de que la mayor parte de la gente escribe fatal, no sabe puntuar, destroza la ortografía y la gramática, sin mayor excusa, porque no sé a ustedes, pero a este que les habla le es más fácil escribir bien, con sus tildes y signos de puntuación, que mal, con palabras recortadas por culpa del SMS y con un montón de signos incomprensibles.
La lectura vive un gran momento, pero la industria del libro está como esperando a ver qué ocurre con el asunto de la gran digitalización. Todavía no está muy extendido el uso de los libros digitales, pero en cuanto se conviertan en costumbre, a la industria editora le pasará lo mismo que a la discográfica: intentarán vendernos en digital lo mismo que en convencional, cuanod descubran el fracaso, porque la gente optará por lo gratuito, intentarán penalizar a las personas que difundan archivos digitales, y así como hasta ahora. Entonces llegarán los mensajes de que la literatura va a morir. De risa total. La música está ahora mejor que nunca, con pocos intermediarios, y a la literatura no la hará desparecer ningún chisme digital, sino todo lo contrario, que la reducción de la industria le vendrá de perlas.
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