Cuánta paciencia, lunes 5 de marzo de 2010
No sé si saben que Fernando Alonso ayer corrió casi todo el gran premio de no sé dónde con su coche sin embrague, desembragado, vamos. Al final el coche se le hizo cisco y el pobre hombre no pudo terminar el gran premio de la quinta puñeta, pero el caballero asturiano declaró que fue la carrera más divertida de su carrera, precisamente.
Pues menos mal que un deportista dice que se divierte, porque desde que el figurín español de turno, desde Nadal, que parece medio lelo, hasta el mismo Frenando Alonso, son depositarios de la fe y del buen humor de decenas de miles de personas en este país tan aburrido, esto del deporte se está convirtiendo en un tema demasiado tostonazo. Una importante página digital española, elmundo.es, cambió desde hace poco tiempo su portada para darle mayor importancia al deporte masivo. No deja de ser curioso que un medio que parece apostar por la denuncia constante de los poderes públicos, de los poderes públicos del PSOE, eso sí, muestre tanto cariño por la versión moderna del pan y circo, que por ahora es cafeína y fútbol.
Como se le ponte tanto foco encima al deporte, parece que todo lo relacionado con el deporte es importantísimo, como aquel dicho de que el fútbol no es una cuestión de vida y muerte, sino algo más serio que eso. En fin, por culpa del deporte, debemos escuchar chorradas semejantes. Y como en el deporte parece todo tan trascendente, tan definitivo y tan universal, ya nos olvidamos que toda carrera deportiva empezó con un niño que se divertía: pegándole patadas a una pelota, corriendo más que sus amigos, dándole viajes a una pelota con una raqueta o pisando el acelerador de un kart. Menos mal que Fernando Alonso mantiene el juicio y nos recuerda a todos que esto es divertido y punto.
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