Cuánta paciencia, martes 13 de abril de 2010
Oh, martes y 13 y las supersticiones. ¿Qué día será hoy en el calendario chino, o en el maya? Los hombres nos empeñamos en ponerle coto al tiempo, y encima nos creemos ese coto, así que cuando coincide, al menos en países latinos, un martes y 13, decimos que trae mala suerte. Luego otras culturas tienen sus días de mala suerte, y para mala suerte, la de Polonia.
Con esto de la gran dictadura futbolística, de vez en cuando nos enteramos de las supersticiones determinadas de tal o cual futbolista, que si no se lavan los calzoncillos si ganan, que si frotan las botas contra el dorsal en los partidos que caen en sábado, que si tal y que si cual. Las supersticiones se extienden al seguidor, aunque esté tan tranquilo en su casa viendo el partido por la tele. Así, de los 8,8 millones de personas que, según los medidores de audiencia, vieron el Madrid – Barça del pasado sábado desde la otrora pequeña pantalla, ahora gran tinglado de plasma, aproximadamente la mitad, o sea, 4,4 millones, está dominados por las manías más diversas. Por ejemplo, de que algún miembro de su familia es gafe y por tanto, no lo deja acercarse a la televisión. De que si ve el partido en una postura determinada, su equipo ganará, luego no gana pero acaba con una futbolística hernia. Que si se compra la misma marca de cervezas y la misma de cortezas de cochino, su equipo meterá tres goles. Lo único seguro es que se cogerá un pedete y que su colesterol se pondrá por las nubes.
Lo atractivo del fútbol es que se trata de una práctica imprevisible, por eso existen estas casas de apuestas por Internet y por eso a la gente le gusta tanto, porque el resto de la vida es bastante previsible, según parece. Y lo curioso del fútbol es que a los supersticiosos, en lugar de pasearlos embreados y con plumas en la plaza del pueblo, les reímos las gracias. Eso pasa, aunque les suene a simpleza, porque seguimos sin darnos cuenta del fantástico poder idiotizador del fútbol. ¿Que no? ¿A ustedes no les llama la atención que todos los antiguos locos del pueblo, ahora discapacitados municipales, sean fanáticos del fútbol? Pues eso.
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