jueves, 14 de diciembre de 2006

Pinocho

La muerte de Pinochet recupera varias reflexiones.

Miles de chilenos lo despidieron hasta con lástima. Y eso que mató a tres mil y pico compatriotas. Y eso que robó todo el dinero que pudo y más. Conclusión, mientras maten a tu vecino y no te roben a ti, mientras haya seguridad y los parques estén limpios, ¿qué más da un dictador que una democarcia?

Cuando Pinochet planteó un plebiscito para seguir un par de años más en el poder, los votos en su contra ganaron, pero con apenas un 55 por ciento de los sufragios.

A los columnistas aburridos, no se les ocurrió otra gracia que comparar los ataques a Pinochet de los partidos y columnistas españoles con el apoyo a otros dictadores tipo Castro o Obiang. Eso demuestra que, mezclando gimnasia y magnesia, es posible cumplir con el rito de escribir tu columna diaria y, de paso, quedar de nuevo como un perfecto tonto.

2 comentarios:

alejandrosl dijo...

Otra vez me viene a la mente, ahora como contraejemplo, algo que dijo el escritor Claudio Magris:

"Mi calidad de vida no es sólo el café que tomo, también el mundo que me circunda, los otros que viven en él. Para mi bienestar no basta que yo no sea agredido, también hace falta que los otros no lo sean. Parte de mi egoísmo crea un mundo civil."

Por desgracia, no es la actitud más común, y no sólo en el ejemplo extremo y dramático de las dictaduras. En nuestra democracia que se saca de paseo cada cuatro años se confunden votos con favores: si el alcalde echa una capa de piche a la pista que lleva a mi finquita, pues tiene otra vez el voto asegurado; y si se carga un paraje natural para construir adosados o se lleva dinero por debajo de la mesa, me da igual. A mi lo que me importa es que no se me fastidien los amortiguadores del coche.

Anónimo dijo...

Espero que nadie me malinterprete. Yo creo que toda Dictadura establecida y duradera, cuenta con el apoyo mayoritario de la población, por muy sanguinarios que sean sus métodos. ¿Qué quiere la gente? Estabilidad, comprar un pisito, tener un curro, fúngol,... Y eso, más o menos, te lo puede dar un régimen de este tipo. La libertad de expresión, la transparencia en el uso de los fondos públicos, el respeto al ciudadano,... son cuestiones que interesan sólo a una minoría. Fijaos en los niveles de abstención electoral. ¿Por qué los súbditos de una dictadura iban a ser diferentes a los ciudadanos de una Democracia? Si es que no tenemos remedio...

Saludos.