Cuánta paciencia, martes 27 de abril de 2010
¿Cuál es el valor de la democracia, de vivir en un país que se dice libre y respetuoso con las minorías y con las diferencias? El valor principal de semejante sistema está en dejar claras las cosas realmente importantes. Por ejemplo, en el fantástico debate organizado sobre la joven que quiere ir a clase con un velo. Una ocasión fantástica para sacar de paseo al racista y al intransigente que llevamos dentro, también a la falsa concepción de que laicismo es imposición, cuando laicismo debe ser siempre respeto.
No conviene perder la claridad sobre esto: el verdadero debate es si tiene lógica que por una inepta norma local de un instituto, no se deje a una joven ir con un elemento que ella considera como identificativo de su cultura, su religión o su forma de ser. Parece que es más importante mantener una mentirosa pero inocua versión del laicismo, cuando en realidad lo que se oculta es un racismo sin medida. No, lo realmente importante es preservar la libertad del individuo y su capacidad para hacer lo que estime conveniente. Las prohibiciones deben ser las justas, las que demande la realidad social. No entiendo qué fin puede tener prohibir que una niña lleve velo, pañuelo, gorra, falda a cuadros, tatuajes, piercings o lo que le apetezca al aula de un colegio público, sea símbolo religioso, elemento de una tribu urbana o una simple demostración de la sana intención adolescente de provocar.
Los que hablan de respeto de ciertas costumbres, deberían mirar las fotos de sus bisabuelas, de riguroso negro y cubiertas con pañuelos, y luego darse un paseo por las estanterías de los supermercados para encontrarse con cuscús, leche de coco y yuca. Las costumbres no son una irrealidad inamovible, un “nosotros somos así y si no te gusta, te cambias de país”, las costumbres son una imagen que muta gracias a las personas, pero en esencia las costumbre deben llegar hasta la libertad de la persona, hacia el respeto a todos y hacia una sociedad que se preocupe más con lo que pierde que con lo que gana en según qué debates.
2 comentarios:
Me parece una maravillosa opinión, y me asusta que exita gente con la cabeza tan sumamente cuadrada. Aquí todos presumimos de tolerantes y luego o que queda en evidencia es nuestra hipocresía. POr qué narices no les prohibe a os niños /As ir con crucifijos? al final acabaremos siendo unos malditos autómatas sin opinión, voluntad, ni libertad de expresar nuestras creencias y modos de ser como nos venga en gana siempre que eso no perjudique a nadie. Que hagan el favor de no bombardearnos con criticas a la defensiva de los derechos de la mujer (y lo digo siendo una de ellas) y miremos más por la simbología y la voluntad de esta niña a llevarla y su convencimiento extremo, claro que siempre será más fácil mirarnos el ombligo y decir que lo nuestro es mejor. Los tacones y el escote tampoco son elementos de libertad precisamente, porque si nos imaginamos un hombre con escote y tacones seguro que se nos escapa la risa floja. El que se crea muy libre de estar impregnado culturalmente que se atreva a hablar de los demás, pero bajo mi humilde punto de vista se equivocará.
Querida anónima. Montar este tiesto por un simple pañuelo deja señales de preocupación sobre la salud mental de este país. Deja la sensación además de que en Madrid están con un nivel de histeria exagerado. Intuyo que dentro de diez años, Nawja echará la vista atrás y se morirá de la vergüenza. Particularmente, no me gusta la costumbre del velo, igual que me da la risa al ver a los pibe de hoy con los pelos pincho tipo psichobilly, sin que ellos sepan qué es un psichobilly, pero que hagan con sus cabecitas lo que les parezca.
Gracias por su opinión.
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