Cuánta paciencia, miércoles 12 de mayo de 2010
Pues que se murió Antonio Ozores. Revisando su filmografía se demostraba su estajanovista capacidad de trabajo y sus reflejos. Tiene películas como ‘Que vienen los socialistas’ o ‘Los autonómicos’ que no sé si soportarían un visionado actual. Mentira, todas sus películas sí que soportan visionados actuales, siempre extraes un par de lecturas de cómo era aquella España de aquella época, y de por qué el cine español siempre está ahí, como al ralentí, acostumbrado a hacer películas a trompicones y sin unos baremos mínimos de calidad. Existe un canal en las plataformas de pago, Somos se llama, donde buena parte del repertorio lo conforman películas de la edad de oro del cine español, o sea, de los sesenta a los primeros ochenta. Eran películas que hablaban y de qué manera del país de la época, pequeñas comedias costumbristas que enseñan más que muchísimos libros de historia. Pero sobre todo eran eficaces joyas kitsch del entretenimiento. Porque eso fue lo que hizo Antonio Ozores, entretener a la gente, ni más ni menos, sin aspiraciones de trasdencencia ni nada. Incluso en su último homenaje llegó a afirmar, con el pasotismo que le caracteriza, que le importaba un pito cómo iba a ser recordado porque, total, él no iba a estar… O sea, que grande hasta el último momento, y el primero que considera que el suyo era cine de consumo masivo y pare usted de contar, cine de éxito enorme en cierta época, por cierto.
Y tras recordar a Antonio Ozores y a toda esa legión de cómicos que nunca quiso trascender, sino divertir, les comento una noticia curiosa. Cuatro está preparando, con el original nombre de ‘Hotel, dulce hotel’, una serie de reportajes de cámara en mano tan de moda sobre diferentes establecimientos hoteleros de España, vistos desde dentro y de manera, dicen, cercana. Esta forma de reporterismo cercana es mentirosa, porque al final, como siempre, se muestra la realidad que el reportero de turno quiere enseñar. Pero en la noticia sobre el estreno apuntan un dato llamativo: la mayoría de las camareras de piso entrevistadas, cuando acuden a un hotel como huéspedes, hacen ellas mismas la cama. Eso sirve para recordad que allí donde vamos, hay una legión de personas por detrás limpiándolo y recogiéndolo todo, y veces esas personas son felices con que recojamos un poco, manchemos bastante poco o, simplemente, las saludemos.
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