lunes, 7 de junio de 2010

El perro molestoso

Cuánta paciencia, lunes 10 de mayo de 2010

Estamos necesitados de líderes y de ídolos. Miren el revuelo por la salud del rey. Esto de la monarquía es un sistema absurdo o ideal según cómo se mire. No tiene mucho sentido que en un sistema que se llama demócrata, una familia tenga una serie de privilegios desde la cuna, pero luego nos quejamos de la falta de preparación de los políticos, y nada mejor que una familia que desde su cuna sabe que su trabajo futuro va ser el de jefe de estado, aunque los reyes en España manden bastante poco, por suerte. Estamos un poco como así con estos temas. Mucha gente razonable pide una metamorfosis democrática, algo así como un sistema con mayor participación de la plebe. Pero la plebe parece que no tiene muchas ganas de participar y a lo mejor un sistema más participativo sería un sistema más liberal. No sé ustedes, pero este columnista considera que el liberal es el sistema idóneo, con un mínimo control gubernamental en todo. Pero el liberal es el sistema idóneo hasta que te tropiezas con el reto de la humanidad. Los humanos somos un verdadero desastre. Si nos dejan, en lugar de hacer las cosas bien, las hacemos peor. Pero si nos controlan, también nos controlan a peor porque nos controlan otros humanos, un verdadero lío.

Mientras tanto, algunos siguen con eso de que la única manera de vertebrar España es con la casa real de por medio. Sí, dice poco de la credibilidad democrática y de la capacidad intelectual de este país, pero entre el nódulo que le quitaron al rey y el nuevo juego de fotos de Letizia y Felipe, llevamos una semana en que todas las discusiones tienen a un Borbón de por medio. El sistema ideal sería cambiar a los Borbones por bombones, en todo caso, al menos están más ricos y se pueden comer.

Fíjense lo necesitada de líderes que está la plebe, que el héroe de las protestas contra todo en Grecia es un chucho callejero, un perro amante de la juerga que está en todas las manifestaciones y que acapara reportajes y atención. Y para líderes, lo único claro es que igual vale un rey que un chucho.

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